-¿Este premio es la consecuencia natural de un prestigio ganado a lo largo de estos 18 años?
-El prestigio se consigue a fuerza de trabajo, y de aplicar criterios de calidad. Por supuesto que si al final de eso hay un reconocimiento de las instituciones, nos sentimos muy satisfechos.
-Ahora están pendientes de erigirse en entidad de derecho público. ¿Cuándo será, y cómo percibirá el ciudadano de a pie esta nueva categoría?
-Para el mes de febrero, aproximadamente, se aprobará el decreto, una vez aprobada la ley en el Parlamento. Vamos a tener mayor capacidad operativa, podremos ampliar nuestra actividad, ser operativamente más ágiles, desarrollar una mayor investigación, cooperar con un mayor número de agentes del desarrollo local. En suma, podremos hacernos más presentes, como la pieza instrumental que somos que repercute en la actividad general de los bienes culturales.
-¿Cómo va el proyecto de San Telmo? ¿Podemos esperar una exposición como la que vimos de El Salvador?
-Todo está muy verde aún. Nuestro compromiso con San Telmo era hacer un programa de conservación de colecciones muy diversas: esculturas, cerámicas, pintura, conjunto retablístico... Parte de esa colección está en proceso de finalización, sobre todo los cuadros que hemos podido mover, pero en los retablos no entraremos hasta dentro de un mes. Y eso va a significar un año de trabajo. La exposición del trabajo dependerá de las consejerías que trabajan en ello, Hacienda y Presidencia.
-Suponemos que las piezas sorprenderán a los sevillanos, que nunca las han visto.
-Efectivamente, no han sido colecciones eclesiásticas, no han sido expuestas al culto. Piensa que cuando la gente vio las piezas restauradas de El Salvador, ni siquiera les parecía que fueran de El Salvador. Cuando se haga la operación de San Telmo, sobre todo el conjunto edificatorio, imagínate el efecto que va a causar.
-¿El Gran Poder es una espina clavada para el IPAH?
-Cuando nos llegó el encargo, éramos muy conscientes de que sería complicado que lo restauráramos. La propia Hermandad había tenido una restauración de los hermanos Cruz Solís, y no había un interés por cambiar de criterio. Otra cosa es que las directivas que teníamos eran que una pieza del valor del Gran Poder merecía que la Administración Pública no escatimara en poner todos nuestros recursos científicos y técnicos a su servicio. Era una gran responsabilidad y quisimos ser honestos brindando nuestro trabajo. Estamos aquí para dar a la comunidad lo mejor de nosotros mismos. Y si nos hubieran encargado la restauración, pues encantados.
-A medio plazo serán vecinos de la torre Cajasol, ¿qué le parece esta perspectiva al Instituto de Patrimonio?
-No conozco el proyecto, de modo que me parece una temeridad dar una opinión acerca de ello. Lo que sí me consta es que la Declaración de Viene de 2005, de una alta vigencia, establece la necesidad de armonizar la arquitectura contemporánea con la ciudad histórica. Esto, que parece una perogrullada, significa que los conjuntos históricos no se pueden congelar, y por otro lado las intervenciones deben armonizarse con la tradición histórica. Armonizar esos dos vectores es lo que en nuestra jerga llamamos sostenibilidad, y qué mejor ejercicio de sostenibilidad que el que se hace sobre el patrimonio, que es patrimonio porque la gente lo reconoce como tal.