La sala se quedó pequeña. Toda la Sevilla artística e intelectual acudió ayer en masa a la Casa de la Provincia para acompañar a la veterana pintora Carmen Laffón, que asistía -tímida, abrumada- a la presentación de la primera monografía que se publica sobre su extensa y exquisita trayectoria artística.
La galerista Juana de Aizpuru, icono de una Sevilla que se debatió en amor-odio con la modernidad, los pintores -sobre todo amigos- de su generación, como José Soto, toda la sucesión de artistas plásticos que vinieron después (Ignacio Tovar, Curro González, Javier Buzón...) e incluso los recién llegados a este camino empedrado de la pintura (José Miguel Pereñíguez, Ramón David Morales...). No quedó un sector del pequeño universo artístico sevillano que no estuviera ayer representado en la presentación del libro Carmen Laffón. Apuntes para una biografía artística, escrito por Juan Bosco Díaz-Urmeneta para la colección Arte Hispalense de la Diputación de Sevilla.
La protagonista, sin embargo, parecía casi ausente, ajena a un revuelo formado por quien casi rehúye, con su rubor natural, de apelativos solemnes. Sin embargo, esta colección de libros que hasta ahora se ha dedicado a los grandes maestros de la pintura sevillana, que podría encabezar Velázquez, se abre por primera vez a un autor vivo por varias razones. Las desgranaron, cada uno en su turno, el autor del libro y el presentador de la obra, el crítico Francisco del Río, al que le resultó complicado explicar "el cúmulo de sugerencias que se desprende de la lectura de este librito", según señaló.
Para Bosco, el mérito principal de la obra ensoñada, íntima y profundamente poética de Carmen Laffón se desprende de sus dos niveles de lectura: hay uno sencillo, que nos remite a los objetos representados, o a esos paisajes naturales del entorno que frecuenta la pintora, "pero quedarse en eso sería erróneo", explicó el autor. Según Bosco, los cuadros de Carmen Laffón tienen una semilla "que más pronto que tarde puede empezar a germinar". Se trata de imágenes "que son fermento para la imaginación. Nos inquietan y no sabemos por qué, ni siquiera sabemos a veces a qué nos remiten. Estos juegos de la imaginación hacen que la imagen, de repente, se concierta en una idea", desgranó el autor. Durante la presentación, Juan Bosco especificó que la obra de la pintora sevillana "no adoctrina, ni sermonea, pero estimula el pensamiento, lo mueve y lo lleva a actuar libremente".
Escasa en palabras pero plena de generosidad, Carmen Laffón se expresó muy brevemente para agradecer este rastreo de su figura y su obra, no sin antes una reivindicación por parte del autor: la elaboración del catálogo razonado de la autora, cuya obra "está muy dispersa". "Necesita de especialistas, es muy caro y laborioso, pero absolutamente necesario", dijo.
