No hay otra prueba más fiable para constatar el éxito o fracaso de la aplicación de una nueva política de seguridad vial que los datos que se ofrecen sobre la siniestralidad de las carreteras. Y éstos lo que muestran es que la situación ha mejorado. Así, no deja de llamar la atención el balance del verano ofrecido por la Dirección General de Tráfico (DGT): desde 1962 no se registraba una cifra tan baja de muertos en accidentes de tráfico.
Mientras haya personas que sigan perdiendo la vida en el asfalto no se podrán lanzar mensajes triunfalistas, pero es cierto que estas cifras demuestran que el endurecimiento del régimen sancionador, con la aplicación del carné por puntos y la ampliación de los supuestos penales para los infractores, ha surtido efecto en una población, sobre todo la más joven, que hasta ahora no era tan permeable a los mensajes de prudencia al volante.
