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Los dos acusados dicen que el cura murió de manera "accidental" mientras practicaban sexo

el 14 may 2012 / 11:31 h.

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Los dos jóvenes acusados de matar y robar en octubre de 2010 a un sacerdote en su domicilio de la calle Jesús del Gran Poder de Sevilla han negado este lunes haber  acabado con la vida de la víctima y han alegado que ésta falleció de forma "accidental" mientras mantenían relaciones sexuales.

Durante la celebración del juicio este lunes en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Sevilla, uno de los acusados, Juan Manuel L.E., ha relatado que contactó con el sacerdote a través de Internet "y le pregunté si no le importaba que yo pasara en su casa el fin de semana y así él estaba más acompañado", momento en que "me sugirió tener relaciones sexuales, algo que a mí no me importó".

Tras ello, se presentó en casa del sacerdote con el otro acusado, Cristian M.D., donde "pasamos tres días" en los que "hicimos una vida normal" hasta la noche del crimen, cuando el cura mostró su pretensión de mantener relaciones sexuales con ambos a la vez, petición "a la que accedimos con normalidad, pues estábamos allí y teníamos que hacerlo". "Se había portado muy bien con nosotros, por lo qué menos que nosotros nos portáramos bien con él", ha señalado.

FUE EL CURA QUIEN SE PUSO LA ALMOHADA EN LA CARA

"Era como agradecimiento", ha subrayado, relatando que, esa madrugada, ambos acusados accedieron al dormitorio del sacerdote, quien "se puso la almohada en la cara, no sé si por tener más placer o para no vernos la cara", todo ello mientras "yo le sujetaba los brazos para que se sintiera inmovilizado y tuviera más placer" y Cristian le practicaba una felación. El acusado ha asegurado en todo momento que fue el fallecido quien mantuvo la almohada puesta sobre su cara, y que ellos no ejercieron ningún tipo de presión sobre la misma.

Según su versión de los hechos, estuvieron así por espacio de diez minutos, hasta que la víctima "empezó a temblar un poco, pero pensamos que era la excitación y por tanto seguimos, pues no pidió que paráramos ni solicitó auxilio". Tras ello, "nos asustamos porque pensamos que se había desmayado por el placer, por lo que encendimos la luz, recogimos nuestras cosas y nos fuimos".

Tras señalar que le ataron los pies y las manos "porque teníamos miedo a que se despertara y nos riñera; nunca he visto a una persona desmayarse y no sé como puede reaccionar", aunque antes de irse de casa lo desataron, el acusado ha señalado que se llevó algunos objetos personales que el cura les había regalado, además del teléfono y el ordenador, ya que "tenía miedo de que me localizasen".

 

LA DECLARACION POLICIAL "FUE INVENTADA"

A los pocos días, llamó a un amigo, Isaac, y le dijo: "se nos ha muerto un hombre en el sexo", tras todo lo cual este amigo, que no ha comparecido en el juicio tras no haber podido ser localizado, se presentó en la Policía para denunciar los hechos. Este acusado ha achacado esta denuncia a los "celos" que Isaac sentía, "porque estaba enamorado de mí y quería que Cristian se comiera el marrón para así separarnos".

Preguntado por su declaración ante la Policía Nacional tras ser detenido en base a la denuncia de Isaac --en la cual mantuvo que fueron él y Cristian quienes acabaron con la vida de Ernesto Muñoz--, el procesado ha dicho que "fue inventada" y que se incriminó porque los agentes "me dijeron que tenían que buscar un culpable y cerrar el caso, que yo era muy joven, que les ayudara y que me llevarían de vuelta a casa".

El acusado, que el día del crimen estaba "un poco colocado" después de consumir quetamina, cannabis y alcohol, ha dicho que tanto él como el otro imputado "nos sentimos, no responsables físicos, pero sí responsables morales" de la muerte del sacerdote, algo en lo que ha coincidido con el otro procesado, que ha asegurado que se siente "culpable, aunque no intencionadamente, de los hechos". "Yo estaba allí, es responsabilidad mía, pero no hice nada para que eso se produjera", ha explicado.

"PARO REPENTINO"

Cristian ha ratificado que la muerte del sacerdote "fue accidental" y, al contrario de lo declarado por el otro imputado, ha dicho que fue él quien le puso la almohada a la víctima "para no verle la cara" mientras mantenían relaciones, todo ello hasta que se produjo "un paro repentino" en el sacerdote, por lo que "nos asustamos y le atamos los pies y las manos, pues teníamos miedo a que se despertara y nos hiciera algo".

Este acusado también ha dicho que la declaración ante la Policía fue "inventada", ya que "me dijeron más o menos cómo tenía que declarar, que colaborase, que era joven y que iba a volver a casa", aunque un responsable policial destinado en el Grupo de Homicidios ha negado tal extremo y ha asegurado que las declaraciones de ambos fueron "detalladas y espontáneas; no les dimos ninguna indicación". "Nosotros ni insinuamos ni decimos nada", ha insistido.

De su lado, el médico forense que realizó el levantamiento del cadáver, ha asegurado que la muerte por asfixia del sacerdote no se pudo producir sin que alguien ejerciera una cierta presión sobre la almohada, mientras que los facultativos que practicaron la autopsia han apuntado como causa de la muerte a una asfixia por sofocación con objeto blando.

La Fiscalía ha elevado a definitiva su petición para los acusados de 17 años de cárcel por un delito de asesinato y de un año de prisión por hurto, tras todo lo cual el juicio ha quedado visto para sentencia.

La muerte fue atribuida inicialmente a un infarto, por lo que el cadáver incluso fue incinerado. No obstante, los dos acusados, tras marcharse de la vivienda, comentaron los hechos a un amigo residente en Guadalajara, quien llamó a la Policía Nacional para denunciar el caso, tras lo que se inició una investigación que culminó el 14 de octubre de 2010 con la detención de los dos jóvenes acusados.

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