El pacto de Gobierno entre PSOE e IU tiene como una de sus fórmulas habituales de gestión los conocidos como “disensos pactados”, temas en los que los dos socios se permiten sacar pecho, tomar distancia ideológica y defender ante su electorado su posición. Esta práctica se acentúa conforme se acerca un proceso electoral, y tiene incluso un repertorio temático con Tablada y Fibes como grandes protagonistas. Pero siempre, y en eso coinciden los dos grupos, hay conversaciones previas, lo que ellos defienden como “lealtad institucional”, y un límite: se critica una postura pero no una gestión. El alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, y el primer teniente de alcalde, Antonio Rodrigo Torrijos, asumen con total normalidad este tipo de actuaciones de uno y de otro sin que se ponga en cuestión la confianza.
Pero en las últimas semanas ha cambiado el terreno de juego con piezas como las Cigarreras, la Duquesa de Alba, Felipe González o incluso las relaciones con los medios. Y no se escenifica un pulso ideológico, sino más bien un pulso de poder. Entre un alcalde que quiere marcar distancias, al menos públicamente, y un Torrijos, presionado por ser objeto de numerosas críticas y venir de una crisis interna, que no puede ceder territorio. Porque sus bases le arropan precisamente por eso: por su capacidad de resistencia.
Y en este nuevo marco, las declaraciones y los gestos públicos son ahora más agresivos. Casi pulsos, no ideológicos, sino de poder. Torrijos incluso mentó aquellos “reinos de taifas” –como le gusta llamarlo al alcalde–, aquella situación insostenible que vivió Monteseirín en su Gobierno con el PA: “No voy a caer en la trampa que algunos me están tendiendo. No voy a responder a la provocación. No vamos a entrar en polémicas como las que hubo entre PSOE y PA. No voy a descalificar ni a entrar en un debate personal que no aporta nada a la ciudad”. Porque para IU éso, una provocación, han sido algunos gestos y palabras del PSOE. Como el comunicado sobre las Cigarreras desautorizando su gestión los vaivenes sobre Tablada no pactados o incluso determinadas declaraciones públicadas muy intencionadas. Como las que difundió el alcalde en el último Pleno: “Dejadlos –le dijo al PP– son muy pocos, sólo tres, y se lo van a acabar creyendo”. No sentaron nada bien en la federación de izquierdas esas palabras.
Al igual que tampoco han gustado en el PSOE gestos de IU como la decisión de expulsar a las Cigarreras de los bajos del Arenal o el enfrentamiento entre Torrijos y determinados medios de comunicación e incluso la Asociación de la Prensa –el propio alcalde llegó a pedir en su blog que parasen–.
Las elecciones de 2011 está detrás de todos estos movimientos. Queda un año y medio. Pero hay que empezar a tomar posiciones ante un proceso muy difícil. En el PSOE no hay de momento una estrategia definida contra Torrijos. Ni en IU hay una contra el alcalde de Sevilla. Pero el distanciamiento empieza a acentuarse y ya han empezado las desautorizaciones públicas. Si a esto le añadimos insultos y denuncias cruzadas, estaríamos de nuevo ante la etapa PSOE-PA.
Torrijos dio ayer públicamente su explicación de lo que está ocurriendo: “Parece que hay un cierto miedo escénico ante la presión de la derecha. Y ante ese miedo, unos actuamos con más firmeza, y otros con menos (...) Que cada palo aguante su vela”.
