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Los duendes del puente

A sus 81 años, el ecijano Jesús Heredia recibe la distinción de Trianero Adoptivo después de toda una vida cantando al Arrabal junto a los más grandes

el 08 jul 2014 / 12:00 h.

Aunque pasa los 80 años, la voz de Jesús Heredia Flores (Écija, 1933) no puede sonar más joven y vigorosa. «Intento encontrarme espiritualmente bien», afirma compartiendo su secreto con los lectores de El Correo de Andalucía, pero estos días tiene un motivo extra para sentirse exultante: el reconocimiento como Trianero Adoptivo, que se hará público el próximo día 21 en el hotel Triana, coincidiendo con la Velá de Santa Ana. «Los buenos momentos que he pasado aquí no se pueden resumir. Es el mejor homenaje que podían hacerme». Aunque no reniega de su origen astigitano –«¿cómo podría hacerlo, aunque nadie sea profeta en su tierra?», se pregunta– y resida actualmente en Villamanrique, no hay duda de que Triana es su perdición. Pero antes de afincarse en esta orilla del Guadalquivir tendría que recorrer un largo camino. «Empecé a cantar en mi pueblo, con ElCiego la Solita, que murió en un banco de la Plaza delDuque, abandonado, pero que cantaba de maravilla y me decía: ‘Heredia, tú vete a Sevilla o donde puedas, tú vas a ser artista’. Y yo tenía claro que así sería». Sin embargo, antes de debutar en un concurso para jóvenes cantaores en el teatro Lope de Vega, Heredia recuerda:«Mis primeros cantes fueron para los pájaros, en el campo. En Écija canté una cosa que me gustaría grabar, un pregón que nombra a todos los pescados». «He tenido una infancia alegre, pero cómo decirlo... también fuerte. He pasado mucho. Cuando digo un ¡ay!, es porque lo siento». Aunque confiesa que fue analfabeto hasta una edad avanzada, es difícil encontrarse a un flamenco que hable con mayor corrección y riqueza que Jesús Heredia. «Yo no pude ir al colegio, pero de niño vendía periódicos y allí aprendí las primeras letras. Poco a poco le fui cogiendo el gusto a leer», explica el artista, que acabaría con el tiempo dedicando cantes a los hermanos Machado o a Rafael Alberti, entre otros poetas de su predilección. Hasta un proyecto dedicado a la poesía catalana llegó a abordar en compañía del espléndido guitarrista Juan Manuel Cañizares. De Écija fue para Córdoba, donde trabajó como panadero; luego le llegó la mili, primero en tablada y luego en Morón, ejerciendo de cocinero y trompeta, y demostrando que sabía cantar la saeta apenas se le presentaba la oportunidad. «Y ya en el año 47 estoy pisando Triana», recuerda con la mirada vidriosa, como si lo estuviera viviendo ahora. «Sinceramente, aquello ha cambiado mucho. Pero tengo siempre en el pensamiento que nada más cruzar el puente, sobre todo de noche, los duendes de Triana te salen al encuentro. Todos esos grandes artistas que han hecho grande el cante trianero siguen de alguna manera ahí», agrega el cantaor sevillano. Entre los muchos cantaores de los que aprendió cita a bote pronto a ElArenero y ElAbadía; y de fuera de Triana, «me han gustado mucho Tomás, Pastora,Manuel Torre, Pepe Pinto, grandes voces que me subyugaron de una forma increíble, y tuve la suerte de trabajar con muchos de ellos: con Juanita Reina, con Antonio, con Mairena... Mucha gente me ayudó a salir adelante, como el periodista FaustoBotello de la Hera, o José Antonio Blázquez». También le debe mucho Jesús Heredia al cante de atrás, para el baile, que nunca le pareció ni mucho menos un arte de segunda. «He cantado para muchos, para Farruco, para Matilde, para Rafael El Negro... Me parece muy importante, el cante de atrás es una escuela. Después de cantar para el baile, cuando te sientas solo en una silla sabes lo que es el compás. Los más grandes han cantado para el baile, y el que no lo ha hecho nunca, y no digo nombres, se le nota que le falta algo. Es, ya digo, una escuela». «Tengo 81 años, pero gracias a dios no he perdido facultades», afirma. «Tal vez se deba a que no he bebido mucho, no he fumado nunca. La noche me ha gustado, me he tomado mi copita como todo el mundo, pero nunca he tardado mucho en volverme para casa», agrega. Por otro lado, cuando se le pregunta cuál cree que ha sido su cualidad más destacada como artista, no lo duda un instante: «Siempre he sido muy arrojado. Cuando ningún cantaor se atrevía a improvisar una seguiriya, saltaba y decía: ‘yo la hago’. Y recuerdo un día que falló Naranjito para una misa flamenca en ElSalvador, en honor de un obispo, y me preguntaron si quería cantar yo... Y sí, hice el Credo. ¡Pero ese día confesé y comulgué!», recuerda riéndose aún de la anécdota. El arrojo, desde luego, tuvo su recompensa: una de las más preciadas, el primer premio de la Lámpara Minera en el Festival del Cante de las Minas de la Unión (Murcia), en el 1992, que lo consagró definitivamente. Pero hay más. Esa curiosidad que siempre ha asistido a Jesús Heredia, esa afición entregada y sin fisuras, le ha granjeado entre sus compañeros y seguidores la consideración de «arqueólogo del cante», algo que le llena de indisimulable orgullo. «He recuperado el cante por moritas, la praviana, la montañesa flamenca, la mariana... Pero además me he preocupado sobre todo de ponerles letras nuevas, de darle una vida nueva a esos cantes». No obstante, en el centro de su obra ha estado, una y otra vez, Triana, a la que ha cantado del derecho y del revés por todos los palos. «La he vivido», asevera sonriente. «La he cantado por palos flamencos, como por saeta... Y con motivo de la coronación de la Virgen de la Estrella hice un disco con letras de Ángel Vela, con quien siempre es un placer y un orgullo colaborar». Ya solo faltan unos días para la gran cita en la que será nombrado Trianero Adoptivo. «Ya eché mis lagrimitas cuando me lo comunicaron, así que espero no hacerlo allí. Lo que creo que sí me va a costar es hablar en público. En privado no me importa, pero delante de tanta gente... Me parece que lo que diga, lo diré mejor cantando», apostilla Heredia.

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