Desde que el pasado jueves por la mañana llegamos a la ciudad francesa de Nimes, en Francia, presentimos que el viaje merecería la pena. Ésta es una tierra con alma española donde gustan con locura los toros y el flamenco. Pero, además, Nimes tiene otros atractivos porque es una ciudad cómoda, hermosa, de gente muy agradable y un ambiente fantástico.
Hace poco más de veinte años, un cantaor aficionado de Baeza (Jaén), Pepe Linares, y un dibujante de origen catalán, Eduardo Pons, decidieron crear este festival con el que pretendían fomentar sólo la guitarra flamenca. En la segunda edición contaron ya con el cante y, en la tercera, con el baile. Luego se unió a ellos Patrick Bellito, de París, antiguo catador de cacao para una importante empresa y ahora dedicado a la organización de eventos musicales.
Andando el tiempo, el festival de Nimes se ha convertido en una de las citas flamencas más conocidas del mundo, de entre las que tienen lugar fuera de nuestro país. Son los propios artistas los que se han encargado de darlo a conocer, con sus comentarios favorables en cuanto a organización y, sobre todo, por el trato que reciben.
Es una de las claves del éxito de este festival de flamenco, que cuenta desde hace muchos años con la ayuda económica de la Junta de Andalucía, dinero que se obtiene de la Unión Europea y que sólo puede destinarse al festival. Lo decimos porque en Andalucía hay cierto cabreo con estas ayudas a eventos de fuera de nuestra región, en vista de que de Despeñaperros hacia abajo están desapareciendo algunos certámenes debido a la crisis económica que atravesamos desde hace dos años.
Como suele ser habitual en otros festivales de fuera de España, en el de Nimes no sólo se programan espectáculos de cante, baile y toque. También hay exposiciones de pintura y fotografía, además de conferencias, que cuentan con un gran respaldo por parte de los aficionados del lugar y de fuera de Nimes.
La noche del jueves asistimos a la inauguración de una exposición de viñetas a cargo del dibujante Eduardo Pons, que se celebró en la Casa de España. La muestra tuvo un gran éxito de público y crítica y fue amenizada con los cantes de Pepe Linares y la guitarra de Antonio Cortés, el guitarrista local.
Tras la exposición y los cantes de Pepe Linares, disfrutamos de una estupenda cena en el restaurante de comida francesa L'imprévu, adornado con motivos taurinos. Más tarde, dispuestos a vivir el ambiente nocturno de Nimes en los días del festival, acabamos en un local con flamenco en directo, el Bar 421, que es uno donde se reúnen también los aficionados a los toros para ver las corridas televisadas. Este local recuerda a los que se pusieron muy de moda en Sevilla hace algunas décadas, en los que primaban las rumbas y las sevillanas, y de los que apenas quedan en pie hoy en día.
En el Festival de Nimes se van a dar cita muchas e interesantes figuras del arte flamenco. Anoche mismo asistimos a la presentación de la última obra del bailaor sevillano Andrés Marín, La Pasión según se mire, de cuya presentación nos ocuparemos mañana.
Esta obra fue vista en la Bienal de Flamenco 2010, con la que el coreógrafo obtuvo uno de sus más grandes éxitos. Ha contado con la colaboración especial de Lole Montoya y José el de la Tomasa, que llegaron a Nimes en tren en vista de que a ambos artistas sevillanos les da pánico auténtico volar en avión.
Lole Montoya y Luis el Zambo protagonizarán la velada de esta noche, un mano a mano que promete por tratarse de artistas flamencos tan distintos. Y mañana domingo le tocará el turno a Moraíto Chico, el gran guitarrista de Jerez.