Dicen que la memoria se adquiere con la práctica y ello quiere decir que sólo la tendrá quien haya usado habitualmente esa facultad del entendimiento. Cuando no se usa, su hueco suele rellenarlo la fantasía, que es la memoria de lo que no existió, una especie de reencarnación mental, o sea, una contradicción. En España vivimos desde hace siglos (no sólo desde la Guerra Civil) en la contradicción y la contradicción se encarna, quizás más que en ningún otro lugar, en Sevilla, que es como un resumen de la España sin memoria y sin ganas de hacer ejercicios para adquirirla.
Hace unos días se acusaba a la Junta de indolencia y pasividad en la apertura de las fosas de republicanos fusilados por los golpistas del 36 en una manifestación ante la Consejería de Justicia de la Plaza de la Gavidia. Es lógico que para los familiares de los desaparecidos recuperar la memoria parta de recuperar sus restos, pero parece que algunos de los que dirigen aquí el movimiento para la Recuperación de la Memoria Histórica olvidaran que, sobre esos despojos, están la calumnia, la infamia, la mentira individual e histórica.
Parece que hubieran olvidado que el proceso político y social fue iniciado desde el poder legislativo, y ha sido alentado después, por fuerzas políticas que sufrieron la represión y que son los herederos morales de los represores quienes lo torpedean. Desde la fantasía yerran; no advierten que sus voces hacen eco al barullo de los que, más que impedir la apertura de las fosas, intentan que la memoria del pasado siga cerrada al futuro, que no se dé una resurrección moral de esos héroes, que no se lleve a los libros el honor de cuantos dieron su vida por la Humanidad y la Patria. Tratan de que ello no forme parte de la memoria de todos los niños que ahora mismo comienzan a adquirirla.
Antonio Zoido es escritor e historiador
