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Los escoltas vuelven al cortejo un siglo después

Ayer se desveló uno de los mayores secretos y la principal novedad de la Cabalgata: la ‘Escolta de 1918’, que fue abriendo el desfile de carrozas.

el 05 ene 2012 / 21:05 h.

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Los 17 miembros de la Escolta juraron su cargo ante la Estrella de la Ilusión.

La Plaza de la Contratación adquirió tonos casi en blanco y negro. Poco a poco, las chisteras y los relojes de bolsillo se mezclaban entre el gentío del siglo XXI. Por fin hacía aparición uno de los secretos mejor guardados de la Cabalgata 2012: La Escolta de 1918. Una veintena de jóvenes que, con paso firme, acompañaron a la Estrella de la Ilusión para velar por que repartiera su alegría y esperanza a todos los niños.

Serios, pero alegres. Así marcharon los 17 escoltas (entre ellos cinco mujeres) con paso marcial por la Plaza de la Contratación, punto de partida de su recorrido. Justo antes, los nervios se palpaban entre los jóvenes que inauguraron lo que esperan que se convierta en una tradición de la Cabalgata del Ateneo. "Queremos rendir homenaje a los primeros ateneístas, en el 125 aniversario de la institución, cuya única representación es la carroza de Palas Atenea. Por eso hemos incluido este símbolo", explica Juan Manuel Labrador, cofundador de esta solemne iniciativa.

Los trajes han salido de las manos del diseñador Manuel Ibáñez, quien se inspiró en fotografías e incluso en series de televisión para recrear la vestimenta de principios del siglo XX. Ellos lucieron levita negra, con bordes y botones de terciopelo de distintos colores, y pantalón gris. El modelo se completaba con chistera de color negro, reloj de bolsillo, bastón y guantes. Aunque algún atrevido se animó con un bigote postizo, por eso de meterse más en el papel.

Ellas no se quedaron atrás, con las mismas levitas que los caballeros pero sin cola, camisa blanca y pañuelo al cuello. Lucieron faldas largas en tonos caldera, azules y verdes. Y para rematar la pose de época, unos tocados artesanales con vistosas plumas.

En torno a las tres, el cortejo inició su camino para recoger al capitán de la escolta y su principal artífice: José Domínguez León, que lucía pajarita en lugar de lazada para distinguirse del resto. Domínguez, presidente de la sección de literatura de la Junta Directiva del Ateneo, aguardaba en el Consejo General de Cofradías y Hermandades, sita en la calle San Gregorio. Y de ahí, a la calle Palos de la Frontera para jurar su cargo ante la Estrella de la Ilusión, la joven Belén Bellido, que el año que viene también rendirá servicio como escolta.

El primer recorrido de la Escolta de 1918 estuvo cargado de significado. No sólo se quiso rendir homenaje a esos primeros ateneístas sino también a todos aquellos que han hecho de la Cabalgata toda una institución en Sevilla. Así, los escoltas recordaron a José María Izquierdo, más conocido como Jacinto Ilusión y fundador de la primera Cabalgata; o Antonio Hermosilla, creador de la figura del Heraldo Real.

Tras la coronación de Sus Majestades, el cuerpo de escoltas recibió a la Estrella de la Ilusión a los pies de su carroza. Sus 17 miembros juraron como defensores de "los Reyes Magos, la ilusión, la fantasía y la honestidad", para finalizar entonando el que será su cantico distintivo: "Todos somos uno. Juntos lo podemos todo. Vamos siempre adelante".

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