-¿Cómo se hace novela negra a partir de un maillot amarillo?
-Pues poniéndole unas gotas de rojo sangre al maillot y en el cuello el carmín de una apasionada historia de amor.
-Javier García Sánchez hizo una novela sobre el Alpe d'Huez, usted sobre el Tourmalet... ¿tanta afición al ciclismo hay en las letras?
-El ciclismo se parece mucho a la literatura. No hay barras bravas, ni skins, ni cancha donde tirar cohetes ni botellas. Cuando ves sufrir en un puerto al rival de tu ídolo, el impulso es ayudarle a subir la montaña.
-Un amigo mío dice que en el ciclismo y en la escritura, si no coges velocidad, te caes.
-¡Te robo la idea! Pero eso sirve para la vida literaria, más bien. En casa puedes estar con la bicicleta estática, perfectamente.
-Le regalo otra: "Conoces más a una persona andando cien kilómetros en bicicleta con ella que conviviendo durante quince días".
-Completamente de acuerdo. Hay rasgos del carácter que sólo el juego y el camino sacan a la luz. Suelo decir que todos los niños deberían tener dos juguetes: un balón, para aprender las reglas colectivas, y una bicicleta, para conocerse a sí mismos.
-¿Le sorprende si le digo que la frase era de Ibarretxe ?
-No lo sabía [risas]. Al parecer es un buen aficionado.
-¿En qué trance emocional se hallaba cuando llamó a su protagonista Ricardo Cupido?
-Lo usé en mi primera novela, aunque no imaginaba que ese chaval fuera a convertirse en detective, y tomé el apellido de la alcaldesa de un pueblo de Extremadura. Yo no saco los nombres de los personajes de la guía telefónica, como Agatha Christie, sino del Marca y del As.
-¿Si hiciéramos control antidoping en la literatura, descalificaríamos a muchos?
-Digamos que se ve en seguida quién lleva la sangre limpia, a quién le funciona bien el corazón. Entre los escritores de verdad no hay muchos tramposos, hay más en los aledaños de la literatura.