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Los espías de Le Carrë

el 22 dic 2011 / 11:19 h.

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Nacido en 1931 y dedicado a la enseñanza primero, al ministerio de asuntos exteriores británico después, la primera novela de John Le Carré fue publicada en 1961 y se adaptó al cine tan sólo cuatro años después (con un brillantísimo Richard Burton como el personaje principal). Su título, El espía que surgió del frío, un claro ejemplo de que la prosa del escritor británico nada tenía que ver con el glamour que después se asociaría a los espías ( verbigracia a, evidentemente, James Bond) y sí con el arduo y pocas veces gratificante trab ajo que rodeó al espionaje durante la guerra fría.

Desde entonces, la práctica totalidad de los títulos de Le Carré han sido llevados a la pequeña o gran pantalla, conociendo adaptaciones tan ejemplares como La chica del tambor, La casa Rusia, la magnífica El sastre de Panamá (quizás la que mejor ha sabido captar el fino sentido del humor que se desprende de las novelas del británico) o El jardinero fiel.

Habiendo conocido una traslación en forma de mini-serie de televisión  a finales de los años ochenta, Calderero, sastre, soldado, espía (título original de este Topo) nos sitúa en los años 70, en plena guerra fría. El fracaso de una misión especial en Hungría provoca un cambio en la cúpula de los servicios secretos británicos. Uno de los defenestrados es el agente George Smiley (un Gary Oldman que ya ha sido alabado por su gran papel). Sin embargo, cuando ya se había hecho a la idea de retirarse, le encargan una misión especial. Se sospecha que hay un “topo” infiltrado en la cúpula del Servicio y sólo alguien de fuera puede averiguar quién es. Con la ayuda de otros agentes jubilados, Smiley irá recabando información y encajando las piezas para intentar descubrir al traidor.

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