La violencia de género es un hecho que despierta un gran interés entre la sociedad. Por ello, el curso que ayer se cerró en la Casa de los Briones de Carmona ha permitido acercar su realidad actual a los estudiantes que han participado de él. Una de las últimas ponencias desarrolladas abordó la temática de La educación y los estereotipos ante la violencia de género, un aspecto que la profesora del Departamento de Ciencias Sociales de la Pablo de Olavide, Carmen Monreal, quiso acercar a los estudiantes por medio de ejemplos cercanos a su vida diaria.
“Socialmente, la violencia de género no están tan rechazada como debiera. Se cree que por ser violento se es más hombre”, afirmó Monreal durante su intervención. A juicio de esta profesora de Ciencias Sociales, la ciudadanía de nuestros días continúa atada a una serie de estereotipos históricos que “nos dicen cómo nos tenemos que comportar”. En este sentido, señaló que el género ha vinculado tradicionalmente que lo femenino “se vincula a rasgos de expresividad, ternura y alta emocionalidad”, y lo masculino a “la racionalidad, competencia y baja emocionalidad”, considerando que es algo “asociado a la naturaleza de la persona”.
Monreal insistió en que este hecho provoca que todo lo que no sea acercarse a estos estereotipos desemboque en una “exclusión social”. Un concepto que quiso desmitificar al añadir que “ser hombre o mujer si es un hecho biológico, mientras que ser masculino o femenino es un fenómeno cultural”. Se trata, por tanto, de “dos realidades distintas” que además “dependen” de cómo cada cultura define a cada uno de los géneros. “Estoy segura de que hay más diferencias entre un español y un esquimal, que entre un hombre y una mujer de nuestro país”, apostilló.
El hecho de que los estereotipos hayan calificado a la mujer como “un ser sumiso” explica, según la profesora, gran parte de la problemática actual en cuanto al desarrollo y generalización de la violencia de género. “El hombre por serlo se le presupone una dosis de agresividad inherente, y a la mujer por el hecho de serlo, una víctima propicia. En esto las leyes han avanzado pero no la mentalidad de la sociedad”, explicó Carmen Monreal. Y esto es algo que, a su juicio, viene dado desde que se comienza a educar a los más pequeños. Por ello, afirmó, “se ve normal en los varones cierta dosis de agresividad, de modo que los niños que no son brutos son sospechosos de no ser hombres”.
Para acabar con este problema social, Monreal aportó varias vías mediante las que canalizar la solución. Así, consideró que los medios de comunicación, la familia y el sistema educativo son los mejores “agentes socializadores” y, a su vez, “los causantes” de los estereotipos de género. En este sentido, incidió sobre la importancia del papel de la escuela ante esta problemática, y señaló que “la distribución de roles en los colegios, la revisión de los libros de texto, la organización de prácticas escolares, como el deporte, y la actitud del profesorado frente a sus alumnos”, son el punto de partida para desmitificar buena parte de los estereotipos que nos afectan.