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Los farmacéuticos de la pobreza

La Perla del Pacífico... Guayaquil, la ciudad más poblada de Ecuador. 400.000 de sus habitantes malviven en el barrio de Balero Estacio, una zona de miseria que desde el año pasado dispone de un centro de salud y una red de botiquines implantados por Farmacéuticos Sin Fronteras, una ONG coordinada desde Sevilla.

el 16 sep 2009 / 04:08 h.

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La Perla del Pacífico... Guayaquil, la ciudad más poblada de Ecuador. 400.000 de sus habitantes malviven en el barrio de Balero Estacio, una zona de miseria que desde el año pasado dispone de un centro de salud y una red de botiquines implantados por Farmacéuticos Sin Fronteras, una ONG coordinada desde Sevilla.

"Es uno de nuestros proyectos más importantes y de mayor envergadura: ha supuesto desarrollar una red de 25 botiquines comunales para dar servicio a la población el barrio, mayor que la de Córdoba o Granada", explica Rafael Martínez, que preside Farmacéuticos Sin Fronteras desde Sevilla, donde está también la sede nacional del Banco de Medicamentos de la organización, dirigida por Jesús Sánchez Buzón.

"En Balero Estacio la gente vive sin apenas nada y la necesidad de medicamentos es muy elevada -añade Martínez-. Es una zona muy peligrosa de la periferia de Guayaquil, un lugar en el que no deberías entrar nunca solo".

Farmacéuticos Sin Fronteras es una ONG modesta pero consolidada. Nació en 1990 y la componen unos mil socios. Rafael Martínez es presidente desde hace seis años. Con la organización colaboran 35 laboratorios farmacéuticos, colegios de farmacia y distribuidoras. El Banco de Medicamentos se creó más tarde, hace ahora tres años.

"Gestionamos desde ahí lo que la industria nos dona para ayuda humanitaria y ya hay más de 4,5 millones de personas en el mundo que han recibido nuestros medicamentos", asegura Martínez.

Estos fármacos y material médico -vendas, gasas- llegan a los países de origen a través de acuerdos con ONG que estén en cada zona. "Hemos trabajado en este tiempo -destaca Martínez- con 59 colectivos o fundaciones de ayuda humanitaria en 28 países". La organización consigue los medicamentos mediante donaciones y se encarga de pagar los costes del envío, "que es lo realmente caro", comenta Martínez.

Sudamérica es el continente en el que más proyectos desarrolla Farmacéuticos Sin Fronteras, pero también África (Burkina Faso, Malawi, Mauritania, Sáhara), Asia (Pakistán) y también Europa (Albania, Kosovo). En muchos casos, se trata de acciones de ayuda debido a guerras y grandes catástrofes, como el envío de medicamentos a la zona de Tailandia afectada por el tsunami en 2004.

Pero a veces ni siquiera hay que mirar tan lejos para encontrar un lugar donde prestar ayuda: "Está también lo que se denomina el cuarto mundo, que es la pobreza que hay en los países desarrollados, como en España", afirma el presidente de la ONG.

El momento clave de esta ayuda interior de medicamentos llegó para Farmacéuticos Sin Fronteras en 2004, en los atentados del 11-M. "Tuvimos que ayudar a muchos, sobre todo a los inmigrantes, para que pudieran tener acceso a medicamentos que requerían para sus secuelas y que no podían pagar", recuerda ahora el presidente de la ONG. Fueron momentos muy complicados que destaparon una necesidad de acceso a medicinas y material farmacéutico de personas que estaban aquí mismo, que eran nuestros vecinos.

Esa acción de ayuda en España a sectores desfavorecidos ha continuado hasta hoy. "Y ahora, con la crisis económica, se están revelando de nuevo muchas más necesidades", asegura Martínez.

"Hay personas que no pueden pagar ni siquiera la parte que les corresponde una vez detraído el 60% del precio que asume la sanidad pública -relata-. Hay situaciones realmente dramáticas; no hay que irse a Ecuador para verlas".

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