Se ha convertido en el último quebradero de cabeza para un sector que siempre se siente el malo de la película, pues tan sensible es su negocio para el bolsillo del consumidor, como la mala fama que le acompaña. Las estaciones de servicio de la provincia de Sevilla y de la comunidad han lanzado la voz de alarma ante la proliferación de un tipo de instalaciones que denominan low cost por su mínima inversión, ya que no cuentan con personal propio y, por tanto, pueden ofrecer unos precios mucho más competitivos que las gasolineras tradicionales. Así lo denuncia el presidente de la patronal provincial y andaluza, Roberto Sáenz Alcaide, que representa a más de 80 estaciones en Sevilla y 700 en Andalucía, que señala que la ley de emprendedores aprobada el año pasado Ley 11/2013 publicada en BOE el 27 de julio ha servido de coladero del que «se están aprovechando» este tipo de inversores. Entre otras cosas, explica, porque establece el silencio positivo que permite abrir una instalación de este tipo en 45 días. También permite instalar gasolineras en suelos que no estén reservados para ello en centros y parques comerciales, ITV y zonas o polígonos industriales, reza el texto. «El Gobierno lo que quiere es abaratar el precio de los combustibles como sea, aunque sea a costa de más paro», señala Sáenz, que lamenta que prácticamente el 50 por ciento de los costes que soporta una estación de servicio tradicional corresponden al personal que trabaja en ella, con una media de entre tres y cinco empleados según el tamaño y el horario de apertura; un empleo que ahora se pone en peligro, advierte el presidente de la patronal, que apostilla que en esta batalla cuentan con el apoyo de los sindicatos por la defensa del empleo. «Puede ser la ruina total del sector», apostilla. Este auge, del que se conocen ya varios ejemplos «tres o cuatro» en la provincia y hay constancia de la intención de instalar otra veintena en la provincia de Huelva, según el presidente de la Asociación Provincial de Estaciones de Servicio, se considera una competencia desleal porque «no tienen ni remotamente los gastos que tenemos nosotros». ¿Quién está detrás? «Sabemos de una empresa hispano-mexicana, pero lo que vemos es que están surgiendo muchas franquicias, y quieren implantarse enfrente de las tradicionales, con lo que pretenden quedarse con todo el mercado». A nivel nacional, abunda, han cerrado unas 500 gasolineras por la crisis, dato que contrasta porque en el cómputo general la cifra de estaciones ha aumentado. Desde su posición, rompe una lanza a favor del pequeño empresario: «A nosotros nos da igual que suba o baje el precio de la gasolina porque el margen de las gasolineras tradicionales oscila entre los 4 y los 7 céntimos de euro por litro. Quien gana dinero de verdad es el Gobierno, que se lleva entre el 55 y el 60 por ciento en impuestos y las petroleras», se lamenta. Y de ahí, prosigue, tiene que salir el mantenimiento de la gasolinera. La venta de gasolina no da para cubrir el total de los gastos, sino que las estaciones son viables gracias a lo que antes eran ingresos extras como la venta de las tiendas o el lavado de coches. «La venta de carburante no da ni para los gastos de explotación», de manera que «lo que antes era complementario ahora es fundamental». Para abordar este asunto han solicitado una reunión con la presidenta de la Junta, Susana Díaz, ya que, explica, las comunidades autónomas «están facultadas para establecer un procedimiento único para autorizar este tipo de instalaciones, una especie de ventanilla única, pero que ni la Junta ni ninguna otra comunidad ha desarrollado». Además, apostilla Sáenz, hay un decreto de la Junta del año 2004 que obliga a que haya al menos una persona en las instalaciones. La Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo indica que tiene «constancia» de que en la comunidad hay instalaciones low cost operando, «pero no cuántas porque el registro necesario que deben hacer sus titulares para empezar a funcionar no les obliga a especificar si son o no low cost», señalan las fuentes, que apuntan a que hace un mes representantes de la patronal se reunieron con técnicos de la Dirección General de Industria, Energía y Minas para trasladarles su preocupación. Según sus datos, en Andalucía hay unas 1.900 estaciones de servicio. Cae el consumo. Calculaba el presidente de la patronal, Roberto Sáenz, que el consumo de carburante había caído entre un 20 y un 30 por ciento a nivel nacional. En Sevilla, ese dato se sitúa exactamente en un descenso del 32,35 por ciento, resultado de comparar las 83.132 toneladas consumidas en enero de 2014 con las 123.941 demandadas en igual mes de 2008. En este periodo de crisis el gasóleo A, el más utilizado, ha reducido su demanda en un 26,2 por ciento, mientras que en el caso de la gasolina de 95 octanos, ha descendido un 32,35 por ciento, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia. Respecto al año anterior, la caída ha sido del 2,5 por ciento interanual, y los dos carburantes más consumidos crecieron levemente. Es posible porque la estadística recoge todos los carburantes: biodiéseil, gasolinas, gasóleos, fuelóleo...