La eliminatoria de la previa de la Liga de Campeones, y el 20% del presupuesto de la temporada, por tanto, se han complicado. La derrota de ayer del Sevilla en Braga complica la clasificación para la fase de grupos y obliga al conjunto nervionense a mostrar su mejor juego y su mejor cara, pero de forma continua, en el encuentro de vuelta en el Sánchez Pizjuán. Ayer ocurrió algo parecido a lo que acontenció ante el Barça, pero sin goles y al revés. En la primera parte los blanquirrojos –ayer de zul– fueron superiores y llevaron la batuta del juego. Eso sí, sin apenas llegada y con tan sólo una ocasión que llevar a la boca. En la segunda, sin embargo, los de Álvarez se dejaron atropellar por un voluntarioso, ordenado y no exento de calidad Sporting de Braga, pero limitado al fin y al cabo y muy inferior a los andaluces. Precisamente por eso el 1-0 es tan malo y tan peligroso. Y precisamente por eso el Sevilla debe tener confianza en la remontada el martes que viene. Sus intenciones debe dotarlas de culminación, y contando en el equipo con Luis Fabiano, Kanouté y compañía eso debe llegar en un partido u otro.
Pero cuidado, porque la apisonadora nervionense, la de la segunda parte ante el Barça, necesita de una consistencia y una continuidad que a día de hoy no tiene, probablemente por la falta de preparación física y por las alturas de temporada en la que nos encontramos. La asignatura pendiente del Sevilla, por tanto, es la prolongación de esa idea de juego que a ratos plasma sobre el campo. Ese ideario se perfiló en la primera parte, en la que saltó al campo en plan autoritario, favorito. Todo el ímpetu que hubieran acumulado los Guerreros del Minho en la preparación del encuentro se vino abajo con la primera jugada nervionense, que acabó en un remate al palo de Luis Fabiano tras un pase de Navas. Esta jugada transmitió respeto a los locales y silencio a las gradas. Los aficionados braguenses comenzaron a comprender entonces quién era el Sevilla y a qué jugaba. Lo cierto es que esa jugada y los minutos que le sucedieron hacían presagiar más ocasiones de la misma índole, pero no llegaron casi en todo el encuentro. Y poco se le podía reprochar a los de Álvarez, que dominaron al Sporting de Braga con toque y paciencia.
En resumen, un Sevilla a gusto con la pelota, pero sin remate. Por eso habría sido injusto que Matheus, en la única pero clara ocasión local, hubiera anotado, tras un balón en profundidad que sorprendió a la zaga sevillista. Pero ahí estaba Palop (44’) para hacer justicia y mantener las tablas en el marcador de la piedra del gol norte del AXA.
Las tornas cambiarían tras el descanso. Como la primera parte, comenzó con una buena oportunidad, de Navas (50’), pero se fue complicando con los minutos. El Sevilla dio un paso atrás, invitando a los locales a adelantar líneas y dejar espacios. Pero esa idea no fue bien ejecutada, seguramente porque el físico no acompaña, y el equipo comenzó a partirse, sobre todo por el centro. El gol de Matheus, en línea (62’), no hizo más que confirmar la mejoría local y aumentar el nerviosismo sevillista, que en los siguientes minutos pudo incluso recibir algún tanto más (Palop lo evitó en el 69’). El Sevilla no se recompuso hasta los últimos diez minutos, ya con todos los cambios –se hicieron esperar– en el campo. Alguna ocasión hubo, pero ninguna tan clara como la de Elton, que repelió el palo (89’).
Al final, el Sevilla salió herido, pero con vida de Braga, la que se jugará el martes en Nervión.