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Los interrogantes del atraco en la Gran Plaza

El atraco ocurrido la tarde del viernes en un supermercado de Nervión ha conmocionado a la opinión pública sevillana por la gravedad de lo acontecido: un tiroteo saldado con la muerte de uno de los atracadores y con un inspector de la Policía Nacional herido grave en la UCI del Virgen del Rocío tras recibir un disparo en el abdomen.

el 15 sep 2009 / 17:46 h.

El atraco ocurrido la tarde del viernes en un supermercado de Nervión ha conmocionado a la opinión pública sevillana por la gravedad de lo acontecido: un tiroteo saldado con la muerte de uno de los atracadores y con un inspector de la Policía Nacional herido grave en la UCI del Virgen del Rocío tras recibir un disparo en el abdomen. El impacto en la ciudadanía es lógico, pues Sevilla no es una ciudad en la que se registren con frecuencia hechos tan virulentos como éste, pero hay que entender la singularidad del caso. El viernes ocurrió algo que se salió del guión habitual. Quiso la casualidad que en el momento en el que los asaltantes entraban en el establecimiento de la Gran Plaza, un policía se encontrara pagando sus compras en la caja registradora de la tienda. Se trataba de Jesús Gómez Palacios, un inspector de la Policía Nacional con una trayectoria de 36 años de servicio avalada por una de las distinciones más distinguidas que puede recubir en vida un agente: la cruz al mérito policial con el distintivo rojo. Su valor y sentido de la responsabilidad merecen el aplauso de todos, pues arriesgó su vida para evitar la comisión del delito. Una investigación aclarará qué es lo que ocurrió con exactitud dentro del supermercado, pero también se abre otro interrogante en torno a este terrible suceso que conviene despejar cuanto antes. El atracador que murió el viernes cuando Jesús Palacios repelió con su pistola su agresión había sido detenido el 27 de junio acusado del robo de motocicletas y de tenencia ilícita de armas. El delincuente guardaba en su domicilio del Polígono de San Pablo un arsenal compuesto por seis escopetas de caza, dos más de aire comprimido, un rifle del calibre 22, una pistola, cinco machetes de monte y abundante munición. Pues bien, fue puesto a disposición judicial y al día siguiente ya estaba en la calle. Cuatro meses después, estaba asaltando un supermercado. Las interpretaciones demagógicas están de más, pero no estarían de más explicaciones, que seguro que las hay, sobre su inmediata puesta en libertad.

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