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Los 'jefes' se suben al autobús

Griñán y Arenas abren una gira definitiva con el 22-M como meta y las autonómicas de telón de fondo. Será inevitable medir los resultados de las municipales en clave de las elecciones andaluzas de 2012.

el 23 abr 2011 / 19:20 h.

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José Antonio Griñán y Javier Arenas asumirán un papel protagonista en la campaña de las elecciones municipales que comenzará oficialmente la noche del 4 de mayo. Arenas estará en Sevilla junto a Juan Ignacio Zoido y Mariano Rajoy. Griñán está pendiente de confirmar donde abrirá campaña. Ambos anunciaron hace ya meses que harán caravana electoral al modo que hasta ahora se reservaba para una campaña de autonómicas. Es decir, se subirán a un autobús, acompañados de periodistas, y recorrerán Andalucía.

 

PSOE y PP en Andalucía han decidido otorgar el máximo protagonismo a sus dirigentes con las municipales como meta y las autonómicas de marzo de 2012 como telón de fondo (posiblemente coincidirán con las generales). Más que nunca estos comicios locales serán definitivos para lo que está por venir nueve meses después -si se consumen los plazos y no hay adelanto electoral-, en torno al 4 de marzo.

El vicesecretario general del PP-A, Ricardo Tarno, avanza que Arenas dejará desde el 1 de mayo de tener actos en otras comunidades y tendrá una "presencia permanente y continua" en Andalucía. Su agenda se centrará en las capitales y otros 30 municipios. Las próximas dos semanas estará al menos tres veces en cada provincia, con una media de tres actos diarios. En los últimos seis meses, Arenas ya ha visitado la mayoría de las ciudades medias -donde creen que se tiene que producir el vuelco electoral-.Rajoy tendrá dos actos más en Andalucía, al margen de la noche del estreno de campaña, posiblemente de nuevo en Sevilla y en Málaga.

Después de muchas encuestas encadenadas advirtiendo de un cambio de ciclo y de que el PP por vez primera podría hacerse con mayoría suficiente para gobernar en el gran feudo socialista, el 22-M se convertirá en la gran encuesta, la definitiva, la que de verdad medirá las fuerzas de socialistas y populares y en la prueba del algodón del cambio.

El Rubicón está puesto en las elecciones municipales de 1995. Si se empeoran aquellos resultados, que ya de por sí fueron catastróficos para los socialistas y supusieron perder todas las capitales, el PP estaría muy cerca de la victoria en las autonómicas. Según los datos oficiales, entonces los socialistas obtuvieron el 34% de los votos (1.274.041) y los populares el 31% (1.168.831). Una diferencia a favor del PSOE de tres puntos (105.210 votos). En las últimas municipales de 2007 la brecha entre ambos partidos se situó en más del triple de votos, 8,5 puntos (327.626 sufragios de distancia a favor de los socialistas).

Pues bien, con los resultados más ajustados de los socialistas en unas municipales en democracia, el partido liderado entonces por Manuel Chaves y Luis Pizarro logró remontar en las autonómicas de 1996, tras dos años negros de la pinza de PP e IU. Lograron conservar el poder gracias a su alianza con el Partido Andalucista y tras el batacazo en las municipales elevaron la diferencia en las autonómicas al 44% de votos para los socialistas y el 33,96% para los populares.

Salvando todas las diferencias notables de aquel escenario político y del actual, ya hay dirigentes que han desempolvado aquellos resultados de 1995 para extrapolar y comparar la noche después del 22-M.

Griñán y Arenas afrontan la campaña en un clima de hostilidad irrespirable y en dos momentos políticos muy diferentes. Para el primero el viento sopla en contra, para el segundo más a favor que nunca. El socialista debe combatir una abstención entre su electorado que podría elevarse hasta el 50% (casi medio millón de votantes). El popular cuenta con un grado de fidelidad entre su electorado del 80% y solo tiene que conseguir que la euforia no impida medir bien la tozuda realidad de las urnas en Andalucía. El primero se estrena con las urnas tras su designación como sucesor de Chaves en 2009. Para el segundo es su cuarto asalto después de tres derrotas y la primera vez que no se mide a Chaves. El PSOE-A vive en calma tensa y en situación de armisticio la cita tras una sucesión en el poder del partido que se ha empezado a descomponer en los últimos meses. El PP está en un momento dulce y Arenas no tiene contestación interna, más allá de tensiones ya habituales con alcaldes como el de Huelva -al que el partido trató de remover sin éxito al detectar el cansancio del electorado- o el de Málaga, que con sus últimos tejemanejes en su lista confirma una vez más que vuela por libre.

La crisis y el descontento ciudadano hace daño a toda la clase política, pero especialmente al partido en el Gobierno, que además sufre el efecto arrastre de los recortes de Zapatero. Lo mismo que la corrupción perturba a todas las siglas pero con consecuencias muy diferentes. Por más que los socialistas se afanen en cercar al PP-A con la caso Gürtel, es mucho más eficaz la estrategia política puesta en marcha por la oposición para acorralar al PSOE con la trama de los ERE.

También las expectativas para uno y otro son diferentes. Los socialistas saben que es complicado mantener los 8,5 puntos de diferencia con el PP y admiten que sería un triunfo ganar en cómputo total de votos y ediles, más allá de lo que ocurra en las capitales o en las Diputaciones, el otro gran termómetro. Hoy los socialistas gobiernan las ocho corporaciones provinciales pero dan ya por perdida Almería y admiten peligro en Granada, Cádiz y Málaga. Sevilla será utilizada por quien la gane como un símbolo definitivo. El PSOE-A aspira a auparse al poder en Huelva para desquitarse con el voto urbano.

Por su parte el PP da por hecha su victoria con mayoría absoluta en las ocho capitales andaluzas (repetirían el escenario de 1995) y cuentan con un mapa de medio centenar de ciudades medias y grandes pueblos donde creen que se juegan el gobierno autonómico. Los socialistas ganaron en 2007 el 40,6% de los votos y siete de cada diez de esos sufragios se los llevaron en ciudades medias y pequeños pueblos. El PP tiene que crecer en las ciudades de entre 20.000 y 50.000 habitantes y en tres de los doce municipios por encima de los 100.000 habitantes que no son capital: Dos Hermanas, Algeciras y Jerez.

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