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Los jugadores chafaron el día de Emery

Los errores propios, en ataque durante todo el partido y en defensa los diez últimos minutos, dan al traste con el planteamiento del técnico.

el 20 oct 2013 / 23:56 h.

Increíble pero cierto: el Sevilla se marchó de Zorrilla con cara de tonto. Y no fue para menos. Ganaba 0-2 cuando el reloj marcaba el minuto 81 de partido... y terminó encajando dos goles –el primero por un error defensivo y el segundo por el talento de Ebert lanzando faltas– que le impidieron poner fin a la maldición lejos del Sánchez-Pizjuán. Un empate con sabor a derrota que evitó el golpe de mano que Unai Emery estaba a punto de dar. El técnico vasco ha sido señalado por el irregular inicio liguero del equipo. Este domingo, sin embargo, Emery, conocedor de esas críticas, quiso demostrar que tiene recursos para hacer ganar al equipo. Y ello pese a no  disponer de Rakitic, auténtico cerebro del Sevilla, o Marko Marin, su futbolista con más calidad técnica, además de otros a los que las lesiones han mermado más de la cuenta. Emery apostó por un sistema 3-4-3 que los jugadores hicieron bueno durante muchos minutos: defendieron con uñas y dientes, presionaron arriba,  marcaron (dos goles) y perdonaron alguno que otro antes del descanso. Luego, el repliegue voluntario propició una sucesión de contragolpes casi insultante, pero nadie, absolutamente nadie, fue capaz de dar la puntilla al Valladolid. Diogo, Bacca, Vitolo, Gameiro... Ninguno de ellos logró batir al portero cuando el equipo de JIM jugaba a la ruleta rusa en su afán de recortar distancias. Y al final lo consiguió, fruto de un error de marcaje con Manucho, una torre defendida por Fernando Navarro en el área pequeña. Luego, una falta poco inteligente de Vitolo permitió a Ebert sacar su clase y empatar el encuentro. La intensidad en defensa había desaparecido, quizá fruto de ver cómo nadie era capaz de marcar el 0-3. La cara de Emery, como la de todos, fue para verla. Cuando su equipo tenía en la mano la victoria, trece meses después de la última a domicilio en Liga, éste decidió tirarla por la borda. Bien es cierto que Emery pudo mover antes el banquillo para aportar claridad de ideas en algunas zonas del campo y fuelle a la hora de defender. No lo hizo. Sin embargo, eso no le puede condenar. La inocencia de sus atacantes a la hora de sentenciar el partido fueron tan garrafales que matarían a cualquier entrenador.

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