Durante los próximos meses, los modelos de los dos enormes leones de bronce que flanquean las puertas del Congreso de los Diputados, que se guardan en Sevilla desde hace más de un siglo, sacarán más pecho que nunca. No sólo acaban de ser trasladados desde las dependencias de la antigua Fábrica de Artillería, donde se fraguaron en 1865, a la mucho más vistosa entrada de la sede del Cuartel General de la Fuerza Terrestre, a espaldas de la Plaza de España. También se han convertido en exclusivos, ya que desde hace unos meses los leones madrileños no se pueden ver: están protegidos por una caja de madera, sobre la que se ha colocado una lona con su imagen, para evitar que sufran daños por las obras que se están realizando en la madrileña Carrera de San Jerónimo.
Algo menos de suerte han corrido los modelos sevillanos, bautizados como Daoiz y Velarde y rebautizados en Madrid como Benavides y Malospelos, cuyas heridas evidencian el paso del tiempo. Fueron moldeados en escayola para luego insuflarles vida en bronce, y al ser un material blando tienen más de un rasguño. El mes pasado se iniciaron los estudios para restaurarlos porque tienen arañazos y están descascarillados, sobre todo en la base y la melena de un león, y asoma por debajo el blanco del material original que moldeó el zaragozano Ponciano Ponzano, autor también del frontón del Congreso.
Por lo demás, poca diferencia ofrecen a la vista: es cierto que los leones sevillanos pesan la mitad, una tonelada frente a las 2,7 y 2,1 toneladas de los madrileños, pero no se aprecia demasiado si no se les coge a pulso. La capa de pintura que los recubre pasa perfectamente por bronce, y las medidas, evidentemente, son las mismas: 2,1 x 2,2 x 2,2 metros, a las que hay que sumar un pedestal de un metro que los hace imponentes.bronce de cañón. La peana que los sostiene recuerda que fueron fabricados con bronce de los cañones “tomados al enemigo en la Guerra de África en 1860”, en las batallas de Tetuán y El Serrallo. La Fuerza Terrestre quiere elevarlos sobre pedestales de mármol rosa para que se integren en el hall de acceso al patio de columnas del edificio de Capitanía, recubierto de esa piedra.
Los modelos fueron trasladados con sumo cuidado el pasado 17 de noviembre, en camiones especiales, primorosamente embalados y a una hora intempestiva, las seis de la mañana, para garantizar un rápido viaje y reducir la posibilidad de incidentes. Se tardaron dos días en colocarlos, con unas poleas.
Ya instalados, los leones tienen una historia que contar:la de un proceso de fundido que los sevillanos, y en concreto el Cuerpo de Artillería, se arrogó patrióticamente al saber que se iba a hacer en Francia. Los artilleros consideraron que un símbolo tan español debía ser fundido por españoles, y su ardor patriótico llegó al punto de hacerlo gratis.
A pesar de que ni el material ni la principal mano de obra costó nada, los leones costaron 99.911,22 pesetas –600 euros–, y se gratificó a los obreros con otras 7.500 pesetas. El artista francés que los cinceló, Jacinto Bergaret, fue condecorado con la Cruz de Carlos III y recibió una compensación de 500 pesetas, más su sueldo de 375 mensuales. El autor, Ponzano, modeló las piezas en Madrid y las envió a Sevilla, a la Fábrica de Artillería, surgida de “un famoso taller de fundición de cañones dirigido por Juan Morel, hijo del célebre Bartolomé Morel”, que había labrado, entre otras obras de relevancia, el Giraldillo.
Allí fueron recubiertos de material que luego se retiró para hacer los moldes. Cada uno sumó 2.272 piezas, de las que 91 fueron para la boca y 34 para las orejas según estudios de los años 30 recogidos por la asociación valenciana de Amigos del Museo Histórico Militar.
Recompuestos los moldes, se llenaron de bronce. El primer león se fundió en mayo de 1865, y el segundo en julio. Cuando fraguaron, fue necesario romper los moldes para sacar los leones, que serían trasladados a Madrid en 1872. En Sevilla se quedaron los bocetos originales, custodiados ahora en el cuartel de la Fuerza Terrestre, que ha manifestado su “especial orgullo y satisfacción” al corresponderle esta tarea.