Por Julia Bademes (enviada especial a Johanesburgo) Chimane no le teme a su jefe. Y mira que le pone a prueba. Si hoy ya no he ido a trabajar, imagínate mañana, aseguró ayer este comercial de Soweto que lleva dos días sin ir a la oficina. Tengo un sentimiento como de euforia... Tengo que estar allí para despedirme de Madiba. Ayer pasó el día entero ante la casa --hoy museo-- donde vivió Nelson Mandela en Soweto antes de ser encarcelado.
Esa humilde casa de ladrillos se ha convertido junto a la casa de Houghton, donde vivió sus últimos años, en puntos de peregrinaje para recordar, que en Sudáfrica quiere decir celebrar la vida y el legado de su político más aclamado. Hoy Chimane no se perderá el gran acto de despedida al expresidente sudafricano en el Soccer City. Está previsto que sea el acto más multitudinario y se siga en directo desde todas las partes del planeta. Hay cerca de 2.000 periodistas acreditados para esta ceremonia.
11 DE LA MAÑANA Más de 90 jefes de estado y otra decena de antiguos mandatarios han ido aterrizando en los últimos días en Sudáfrica para asistir al funeral de Mandela. El presidente norteamericano, Barack Obama; la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; el líder cubano, Raúl Castro; el vicepresidente chino Li Yuanchao o el secretario general de las Naciones Unidas Ban Ki-moon serán algunos de los que hablen mañana en el acto de Soweto.
Está previsto que el acto empiece a las 11 de la mañana --hora sudafricana, una hora menos en España-- y que se alargue unas cuatro horas. En la ceremonia también hablará un representante de la familia Mandela y algunos de sus nietos y biznietos.
Desde el jueves ya se han celebrado decenas de actos en esta larga despedida al icono antiapartheid. Ayer, Ban Ki-moon definió a Mandela como un gigante de la justicia que logró derrotar al régimen racista del apartheid con humilad y decencia.
Todos quieren estar en Sudáfrica. Pero no son solo autoridades o personalidades como el empresario Bill Gates, la comunicadora Ophra Winfrey o la modelo Naomi Campbell se han desplazado hasta el país africano. También gente anónima como Sympho, que ayer también aterrizó en Johanesburgo. Este médico congolés explica que ha viajado desde Kinshasa solo para poder estar presente en la despedida del primer presidente negro de Sudáfrica. Nunca vi a Mandela en persona, no lo conozco, pero por lo que hizo, cuando me enteré de su muerte compré un billete para poder estar aquí.
Entre las ausencias destacadas, la de la reina de Inglaterra Isabel II, a quien, a sus 87 años de edad, sus médicos le han recomendado no realizar viajes largos. O el Dalai Lama, a quien Sudáfrica le ha negado en los últimos años en dos ocasiones el visado de entrada.
DESAFÍO MAYÚSCULO Todo lo que hoy ocurra en Soweto se podrá seguir desde un centenar de pantallas que el Gobierno ha instalado por todo el país, y en especial desde otros tres grandes estadios de Johanesburgo con una capacidad total de 125.000 personas.
El reto organizativo es mayúsculo. Algunos sudafricanos ya se acercaron al recinto la pasada madrugada en previsión de que el aforo quede superado a primera hora de la mañana. Los accesos estarán cortados por carretera y se ha instalado un sistema de lanzaderas públicas.
Algunas autoridades pidieron que por motivos de seguridad los niños más pequeños no vayan al acto y que, en cualquier caso, los padres les dibujaran un número de teléfono de contacto en el brazo. La policía militar y los servicios de inteligencia están activados. Desde mañana y durante tres días, la capilla ardiente de Mandela quedará instalada en la sede del Gobierno en Pretoria.
Cada mañana, el féretro recorrerá las principales calles de la capital en una marcha de honor desde la morgue hasta la capilla ardiente. Se calcula que unas 2.000 personas la visitaran cada hora. Un adiós multitudinario.
