En el caso de los médicos de clubes, el roce no hace el cariño y los jugadores de fútbol tienden siempre a acudir a otros galenos, no los del club, cuando empiezan a notar ciertas molestias. Es una moda, parece que no eres jugador de elite si no viajas en avión privado y si no te operas o tratas en la clínica de un médico nórdico.
Eso le pasa a todos los clubes, hasta a los más grandes. El Real Madrid, por ejemplo, tuvo que soportar que Ruud Van Nistelrooy, en plena competición, se marchara a su país para ser operado por los médicos de su Federación, para asegurarse el seguimiento adecuado para su objetivo, la Eurocopa. Al Betis le ha pasado algo parecido. Odonkor va con su selección, algo que por otro lado es inexplicable, y vuelve lesionado, y después de hacerlo ya varias veces, insiste en que le operen de nuevo en Alemania.
Lopera, que no se puede negar porque con la salud ajena es difícil tomar decisiones, sí que se ha asegurado la vuelta del jugador, ha dicho que ya no paga más caprichos, porque en Sevilla se puede operar igual o mejor, y se ha asegurado que si hay algún problema se podría rescindir hasta el contrato. En el Sevilla hay situaciones parecidas que tienen el mismo origen: la falta de confianza por parte de los jugadores en los médicos que tratan en el día a día.
Así, Escudé, por un simple problema inguinal, le ha estado dando largas a una operación con un mes largo de recuperación para tratar de llegar a la Eurocopa. No ha jugado el torneo con Francia, porque la lesión no le remite, y sigue sin tomar la decisión más recomendable, la de ir al quirófano. Ha tenido que ir hasta Alemania Monchi con el médico para que una eminencia en problemas inguinales le diga al jugador lo que se sabía desde hace meses, porque los servicios médicos del Sevilla, fuera de micrófonos, ya recomendaban la operación.
Es una moda, la de no confiar en los médicos del club que está pasando en todos los equipos y que alguien tendrá que frenar en algún momento. Tambien es muy cierto que los médicos de prestigio ganan un dinero que ni por asomo se puede conseguir en un club de fútbol.
A los Juegos Olímpicos, porque quieren los clubes . El brasileño Rafael Sobis irá a los Juegos Olímpicos de Pekín porque quiere el jugador, y porque lo quiere el Betis, seguramente, para ver si es posible que se revalorice y llegue esa oferta que por un lado deje contento a Manuel Ruiz de Lopera (en lo económico) y a Paco Chaparro (en lo deportivo).
Fede Fazio y Lautaro Acosta, los jugadores del Sevilla, seleccionados por Argentina, van porque a ellos le hace mucha ilusión y porque el Sevilla no quiere forzar una situación que lo que haría es enfrentarle con los futbolistas. Pero si los clubes quisieran, como están haciendo otros, los jugadores no tendrían que acudir a los Juegos Olímpicos, porque la FIFA, a la que nunca le gustó que el torneo Olímpico le pudiera hacer la mínima sombra a sus competiciones, sólo obliga a los clubes para su beneficio, no para el del movimiento Olímpico.
Por ejemplo, el FC Barcelona ya le ha comunicado a Ronaldinho que de Juegos, nada de nada, que lo que tiene que hacer es adelgazar y traer una oferta decente para marcharse. El Milan, aunque por otros motivos, le ha dicho a Kaká que tampoco va. Y en la Albiceleste también han renunciado bastantes jugadores. Coloccini, la gran aspiración de Manolo Jiménez, ha dicho que no, lo mismo que Burdisso, el veterano central del Inter de Milan. Mourinho le ha recomendado que no vaya y no lo hará.
Ayer fue el mismo Real Madrid quien envió una fax a la AFA comunicando que necesita a Heinze para los primeros partidos de la temporada y que tampoco concede el permiso. Ezequiel Garay, jugador del Madrid pero cedido esta próxima temporada al Racing de Santander, su club de procedencia en España, sí se ha incorporado al combinado argentino.
