Rafael de Cózar lleva tres décadas empeñado en mostrar que la poesía es algo más que palabra. Pintor, poeta y profesor heterodoxo, Cózar presentó ayer lunes una compilación de su mejor poesía visual en Piel iluminada, un volumen que resume las dos pasiones del autor.
Textos que se pueden leer o contemplar, según el estado del lector. Pinturas que son poemas y poesía que habita en las imágenes y el universo visual de Rafael de Cózar. Piel iluminada, que edita la Fundación Aparejadores, es una antología de la poesía visual que el escritor y poeta gaditano cultivó durante la década de los 70, y de la que ya es un referente en todo el territorio literario nacional.
"Me pagué la carrera de Filología con la pintura", recordaba ayer Rafael de Cózar en una presentación en la que estuvo rodeado de amigos. Fue por tanto, primero, el pincel. "A partir del año 72, sin embargo, sentí que mi pintura estaba muy mediatizada, pero no mi poesía. No tenía nada que vender", continuó de Cózar, que quiso recordar cómo los encargos alimenticios le hacían pintar lo que otros querían. "En la poesía era entonces libre". El artista completo no se dio, sin embargo, hasta que no se dio cuenta de que "las dos cosas juntas podían funcionar". Así nació el poeta que es hoy Rafael de Cózar, "un vanguardista muy clásico", que más allá de las corrientes ideográficas que entroncan con la abstracción, se siente heredero de la antigua tradición del caligrama, que se remonta al siglo IV antes de Cristo. "La poesía visual existe desde siempre".
Así, a través de este canal de comunicación y de expresión artística, Cózar da rienda suelta en este volumen a sus dos temas poéticos fundamentales: el amor -"No existe otra cosa en la vida y en la literatura que tenga más interés"- y el erotismo -"el juego añadido al simple acto del placer".- "El mundo de Rafael de Cózar grita sensualidad para disimular otras tristezas que le carcomen el alma", aseguró el escritor Andrés Sorel, que ejerció de presentador del poemario.
