Los dos náufragos del yate de recreo rescatados el viernes tras pasar varias semanas a la deriva salieron a la "aventura", ya que carecían de sistemas de navegación y para llegar a las islas pedían a los pesqueros que les guiaran. Una vez a la deriva, aseguran que pese a que lanzaron bengalas no recibieron auxilio.
Los náufragos recibieron ayer el alta hospitalaria y pidieron que se aplazara su declaración ante la Guardia Civil, prevista para mañana. Ambos deberán explicar a los agentes las circunstancias de su extraño viaje que comenzó el mes pasado en la costa de Cádiz.
Un juzgado de Guía investiga la desaparición de los dos tripulantes, que fue denunciada después de que el pasado día 13 la familia perdiera la comunicación a través del teléfono móvil, pues tanto el de José Quevedo como el de Cristo Herrera fueron robados en uno de los puertos marroquíes donde recalaron, según informaron a la Guardia Civil. El robo de los teléfonos móviles explica el hecho de que en la última llamada entre la familia y Quevedo, propietario del barco, se escucharan palabras en árabe, que dieron pie a los familiares a sospechar de un secuestro.
Sin auxilio. El Saulo quedó a la deriva después de fallar la electricidad y el motor y, pese a que lanzaron bengalas, nadie les auxilió en medio del Océano Atlántico hasta el pasado viernes, cuando fueron rescatados por el mercante Poutouremon con síntomas de deshidratación cuando ya llevaban ocho días sin beber agua. El Saulo repostó en Barbate el 11 de marzo y días antes, el 3 de marzo, fue hallado varado en Zahara de los Atunes por la Guardia Civil, que comprobó que carecía de requisitos y autorización para efectuar la travesía al archipiélago.
