La llave de la música flamenca (Signatura) es el título del nuevo ensayo de los hermano s Antonio y David Hurtado Torres, un serio abordaje de los orígenes del arte bajoandaluz por excelencia desde un punto de vista poco transitado, el de la musicología. Desde este enfoque, los autores llegan a sorprendentes revelaciones que levantarán polémica.
Según los autores, los estudios flamencos han adolecido hasta ahora de varios males, principalmente cierta inercia que hacía "que la investigación estuviera en manos de poetas, antropólogos, intelectuales que no saben música, como un ciego que guiara a otro ciego" y esa mitología "que lo explica todo desde el duende y la gracia".
"El flamenco parecía una pieza exenta de un puzle, como surgida de la nada. Había que insertarla en la historia de la música en España", añaden. Con esta ambición, Antonio y David han reunido más de 400 páginas -que ven la luz con acreditados prologuistas como Tomás Marco y Fosforito- para cuestionar de raíz las verdades asumidas del flamenco a partir de manuscritos dispersos y estudios comparativos del repertorio arcaico con el flamenco. "Muchas cosas de las que analizamos no son tal vez flamenco-flamenco, pero ahí está el embrión. A los creacionistas todo lo que no les suene exactamente igual no le encuentran relación, pero la hay", aseveran.
Ahí empiezan las sorpresas de este estudio, que sitúa la semilla germinal en tiempos del descubrimiento de América. Los autores encuentran en ambas orillas del Atlántico "no muestras aisladas, sino corrientes generalizadas, con características armónicas y rítmicas que van a desembocar en el flamenco. Lo principal es la folía y la romanesca, dos esquemas que se extenderán a otros países", dicen.
"Uno de los mitos que cuestionamos es la aportación de los gitanos, que se ha magnificado, mientras que se ha silenciado la aportación de los negros y de los árabes. Un gitano de Rumanía nunca sonará como otro gallego o francés, pero los negros en el siglo XV y XVI introdujeron elementos importantísimos. Términos como fandango, tango, rumba, zambomba o zarabanda se los debemos a ellos".
Por otro lado, los cantes de ida y vuelta son muchos más de los que catalogamos como tales, "que fueron los últimos que se incorporaron. La petenera, por ejemplo, fructifica en Hispanoamérica al mismo tiempo que en España. Hay una petenera mexicana, por ejemplo que evolucionó de un modo diferente".
El libro de los hermanos Hurtado se acompaña de un CD que incluye una interpretación del fandango más antiguo que se conoce, de 1705. También el primero de autor conocido (Santiago de Murcia, 1732) y dos insólitos modelos de caña de 1847, "sobre la que se ha especulado mucho, pero que nadie había oído", concluyen.
