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Los niños de la pesca

Un certamen reúne a menores de 14 años en las marismas.

el 03 oct 2010 / 18:59 h.

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Dos de los participantes ayer en las marismas de Los Palacios y Villafranca.

Casi todos iban con su padre, ataviados con la caña o la perdiguera, que es mejor para principiantes, su bocata, su mochila con los avíos pesqueros entre anzuelos, lombrices y latitas con granos de maíz. La ciencia del certamen, pescar muchas carpas de buenas dimensiones. Lo extraño a estas edades, la paciencia.

En Los Palacios y Villafranca, cuyo club de pesca tiene solera y miembros con reconocidos premios a nivel internacional, está resurgiendo la afición a la pesca entre los más jóvenes gracias a certámenes como el de menores de 14 años. Éstos pusieron ayer una pica en plena marisma al amanecer, con sus cañas y sus cestas a la orilla del arroyo de circuito cerrado que riega los arrozales, a la altura de la pedanía de Chapatales.

Participó una docena de chavales que iban acompañados de familiares, aficionados todos a este deporte que consiste en no hacer ruido, en esperar disfrutando del paisaje, atentos a cualquier cambio en el aire o en la superficie del agua. "Hace años organizábamos uno igual y venían muchos más niños, pero ahora los requisitos y las licencias están muchos más severos, y los padres o tienen miedo o no tienen tiempo", comentan desde el club Deportivo Marismas. Pero a los que había no parecía importarles el tiempo, asombrados con la pericia de algunos críos en el manejo de las artes pesqueras, su buen tino, su conciencia ecologista para mantener el vivero en agua, con un número creciente de carpas (o panarras, como se llaman en este pueblo) atrapadas.

Luego las pesan y las devuelven a la corriente marismeña que surge del río Guadalquivir y que va y viene por esta llanura, hacia el colector y de vuelta al cauce, con agua mezclada de éste y del Canal de los Presos usado para el riego.

"Hace años, cuando empezábamos los mayores aquí, se reían de nosotros, porque nos llevábamos varias horas con nuestra caña mientras ellos sacaban pescados a puñados", recuerda Manuel Álvarez, uno de los organizadores del evento, además de patrocinador. Pero la pesca tiene otras motivaciones que no son la cantidad.

El primer premio de ayer fue para José Manuel Morillo, que pescó ocho piezas, la mayor de las cuales pesó 870 gramos. El segundo se lo llevó Antonio Jesús Amador, y el tercero, Juan Jesús García. En rigor, el premio no es la copa, sino la satisfacción de haber pescado una carpa de varios kilos, aunque lo habitual es que pesen medio. Es un auténtico milagro que unos niños de la ESO, acostumbrados a conseguir resultados pulsando un botón, sean capaces de permanecer horas silenciosos, expectantes ante la carpa que pica bajo las aguas cenagosas. Para los padres, el galardón es vivir con ellos en esta marisma, la más silenciosa y llana de toda España. El año que viene, para la segunda edición, organizarán el certamen en el mes de mayo, más propicio para el contacto con la naturaleza.

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