El nuevo mapa escolar de Sevilla, con más oferta de colegios por zona, ha permitido reagrupar en el mismo centro a hermanos que estaban separados, como había anunciado el delegado provincial de Educación en Sevilla, Jaime Mougan. El problema sobrevenido es que muchos de los que ya estaban escolarizados en un concertado como medida cautelar de los jueces han propiciado que sus hermanos entren, dejando fuera a niños de la zona, así ha ocurrido en el Claret o el Buen Pastor.
La redistribución de zonas escolares en la ciudad de Sevilla tenía un truco: los distritos se hacían más extensos y, viviendo dentro de ellos, daba lo mismo si el colegio estaba a dos pasos o a dos kilómetros: los puntos que recibían eran los mismos porque la cercanía dejaba de ser prioritaria para que tuvieran más peso otros criterios de desempate, como tener un hermano dentro del colegio elegido. La Delegación Provincial de Educación esperaba que eso propiciara la reagrupación de los hermanos que habían quedado separados en el reparto de plazas del curso pasado. Y así ha sido, según fuentes de Educación, que explicaron que los primeros datos de la escolarización de este año dejan ver a muchos niños con 12 puntos -6 por tener un hermano en el colegio elegido y otros 6 por vivir en una zona limítrofe- haciéndose así con la plaza frente a otros que, por pertenecer al distrito donde estaba la escuela, tenían 10 puntos.
Educación no ha contabilizado cuántos hermanos han podido reagruparse gracias al nuevo mapa escolar, porque estos también pueden estar escondidos entre los aspirantes que han logrado 16 puntos -10 por zona y 6 por hermano-. Lo inesperado ha sido que la reagrupación haya traído consigo un problema añadido: el curso pasado, por mediación de los jueces de lo Contencioso de Sevilla, más de 200 alumnos lograron recuperar la plaza del colegio concertado que habían pedido. Sus padres contrataron a abogados porque no habían conseguido escolarizar a su hijo en el centro escolar que querían -o bien porque no tenían puntos suficientes o bien porque falsearon la matrícula y les expulsaron-. Los abogados recurrieron la decisión ante los tribunales, y los jueces aceptaron devolver a esos niños a los colegios como medida cautelar hasta que se resolviera el litigio. Hubo una escolarización masiva, sobrevenida, de centenares de niños, desbordando la ratio de un puñado de colegios católicos, que pasaron de tener 25 alumnos por clase a llegar a 30.
El pulso en los tribunales entre Educación y esos padres no se resolverá hasta dentro de tres o cuatro años -dada la saturación de trabajo de los juzgados- pero hasta entonces, sus hijos seguirán en los colegios que habían pedido, y ahora sus hermanos han aprovechado los puntos que estos les ceden para entrar también en esas escuelas, "dejando fuera a niños del barrio con 10 puntos que, quizá, tenían más derecho", explican en delegación. Lo paradójico es que, si finalmente el juicio se resuelve a favor de la administración y los niños son expulsados, esto no afectará a sus hermanos, que lograron la plaza legalmente por los puntos que estos les habían dado.
