Caso aparte sería la cadena de Los 100 montaditos, especie de fast food a la española, con notable éxito de público y continua expansión que ya planea cruzar a los mismísimos Estados Unidos. Ahora han iniciado en Sevilla el proyecto de sus cervecerías La Sureña, con la misma filosofía, locales perfectamente decorados, aún con ese inevitable aire de franquicia de cartón piedra que todas tienen, y precios muy ajustados, el hándicap es que la marca de cerveza que abandera el proyecto no es muy del agrado de los muchos talibanes cerveceros sevillanos que no salen de lo mismo. Pero quizás el fenómeno más llamativo de los últimos tiempos es la proliferación de los llamados gastrobares, tabernas de tapas de diseño regentadas habitualmente por jóvenes y muy bien preparados cocineros emprendedores. La línea suele ser muy similar en todos: local más pequeño que grande, barra de tapa y mesas altas para el público, decoración y servicio original y desenfadados, grandes pizarras en las paredes para anunciar tapas y vinos por copas. Las elaboraciones y materias primas, en los casos mejores, ya que cuando una fórmula triunfa empiezan a aparecer los malos imitadores, son de alta calidad, con platos originales y reinterpretaciones de clásicos, en cuanto a los vinos, suelen buscar pequeñas bodegas desconocidas y de zonas vinícolas alternativas a Rioja y Ribera de Duero, muchos apuestan por buscar vinos andaluces y, en no pocas ocasiones, encontramos pizarras de vinos parecidas en estos locales.
Varios son los que han marcado la pauta de estos denominados gastrobares, triunfadores y pioneros han sido Puratasca en Triana y La Azotea en el centro, y no olvidemos la novedad que supuso en Triana la Taberna Macuro, tras su estela llegaron Tradevo en Nervión o, más recientemente, Antojo en la calle Calatrava, precisamente el entorno de la Alameda ha sido zona propicia para estos establecimientos, más asequibles a un público joven, con menos recursos y más abiertos a novedades, por la zona están Barajas 20, Sidonia, Dúo Tapas, Lumbreras, Al Aljibe y Viriato. Pero el fenómeno sigue creciendo y extendiéndose, así han llegado Cádiz 9, cerca de la antigua estación de trenes, Ovejas Negras en Hernando Colón, Panrallao en Nervión o incluso en zonas alejadas como Mariscal en Rochelambert, Simun Tapas en El Cerro o Sorabito en El Porvenir. Muchos de los jefes de cocina y propietarios de estos locales provienen de la cantera de la Escuela de Hostelería de la Taberna del Alabardero, tienen gran formación y han realizado prácticas en grandes restaurantes de España y del extranjero, ¿a ninguno se le ocurre montar un restaurante de gama media alta?, quizás los tiempos no están para esas inversiones, ni el público sevillano preparado para ello. No pocas dificultades tienen los restaurantes que practican un tipo de cocina más vanguardista: Gastromium, Alcuza, Tradevo, Poncio, Binomio, van capeando el temporal, unos con más éxito que otros, aunque hay está, marcando encamino con su éxito internacional Abantal.
La ciudad necesita que haya restaurantes de alta gama, pero deben comprender que los márgenes del 300% no son viables hoy.