Los obispos continúan con su particular cruzada contra la reforma de la ley del aborto. La CEE incluso se permitió ayer advertir de que "ningún católico coherente con su fe podrá aprobar ni dar su voto" al anteproyecto de Ley Sexual y Reproductiva y de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
A lo largo de 11 páginas, los obispos españoles exponen sus conclusiones sobre un texto que tildan de "serio retroceso en la protección de la vida" y denuncian, entre otros aspectos, que el anteproyecto "concibe de un modo perverso la libertad" porque "otorga la calificación de derecho a algo que, en realidad, es un atentado".
Para los obispos, "el aspecto tal vez más sombrío del anteproyecto es su pretensión de calificar el aborto provocado como un derecho que habría de ser protegido por el Estado". "He ahí una fuente envenenada de inmoralidad e injusticia que vicia todo el texto", señala la CEE.
"Decidir abortar es optar por quitar la vida a un hijo ya concebido y eso sobrepasa con mucho las posibles decisiones sobre el propio cuerpo, sobre la salud de la madre o sobre la elección de la maternidad", denuncia. En este sentido, critica que la cuestión del aborto se haya abordado en el texto en términos de salud reproductiva porque "el embarazo no será nunca de por sí una enfermedad aunque pueda conllevar complicaciones de salud" y por tanto, "abortar no es nunca curar, es siempre matar".
La Conferencia Episcopal se ha reunido estos días en comisión permanente para evaluar el proyecto del Gobierno. Su posición frente a la futura ley de plazos -que permite abortar a niñas de 16 años sin permiso paterno- no era una incógnita, si bien es cierto que la dureza de sus declaraciones al respecto va aumentando cada vez que el portavoz de los obispos se pronuncia. Según la CEE, incluir el aborto en la política sanitaria falsea siempre gravemente el acto médico, que "queda desnaturalizado cuando es puesto al servicio de la muerte". En la declaración eclesiástica se entiende que "una política sanitaria debe tener siempre en cuenta la salud de la madre gestante, pero también la vida y la salud del niño que va a nacer".
Por otro lado, los obispos se refieren también a los que dicen que "durante algún tiempo determinado el ser vivo producto de la fecundación humana no sería un ser humano", en relación a las declaraciones de la ministra de Igualdad y promotora de la nueva ley, Bibiana Aído.
Según los prelados, quienes opinan así lo hacen porque "es muy duro reconocer que el fruto de la fecundación es un ser humano" ya que hacerlo y defender a la vez el aborto, sería "como reconocer que hay un derecho a matar un inocente".
Para la CEE, no cabe duda de que "es necesario hacer tan irracional afirmación cuando se quiere justificar o tolerar que la mujer decida sobre la vida de ese ser que lleva en su seno, como si se tratara de un derecho suyo que el Estado debería tutelar".
Por otro lado, la declaración aborda la cuestión de la información que recibirán en sobre cerrado las mujeres que pidan abortar y el periodo de reflexión de tres días que se les impondrá antes de adoptar su decisión. "Ningún proceso médico de consentimiento informado se realiza de un modo tan frío", denuncian.
