Los Palacios no asimila el robo a la Virgen en plena feria

El ladrón dejó unas gafas graduadas además de unas cerillas con las que se iluminó. El hermano mayor recuerda otro asalto que tuvo lugar en los años ochenta

el 01 sep 2014 / 14:17 h.

La Virgen, días antes del robo, con los pendientes y el escudo del centenario. Foto: A. .R La Virgen, días antes del robo, con los pendientes y el escudo del centenario. Foto: A.R Aunque el asalto a la capilla de San Sebastián, en el barrio del Furraque, para saquear cepillos, robar numerosos objetos sagrados y las joyas de María Santísima de los Remedios, de la Virgen de la Encarnación y de una Dolorosa a los pies del Cristo de la Vera Cruz tuvo lugar antes del amanecer del sábado, la mayoría de los palaciegos se fue enterando de la tropelía ayer, pues miles de ellos aterrizaron en el pueblo tras sus vacaciones veraniegas, que suele coincidir con la feria local, y el resto se despertaba tarde de una larga noche en el real. De modo que devotos y palaciegos en general han empezado a tomar conciencia de lo sucedido casi un día después de que la Guardia Civil científica y la Policía Local hubieran rastreado la capilla y la casa hermandad en busca de pistas que conduzcan al ladrón o ladrones. Los indicios más visibles fueron las gafas de graduación que el supuesto asaltante dejó en el suelo, la cornisa partida desde la que el ladrón se descolgó hasta el suelo del templo, las cerillas que fue arrojando para iluminarse en la oscuridad en plena madrugada, los objetos sacros hurtados como los pendientes de la Virgen y el escudo que le fue impuesto en 2001 en el V Centenario de la fundación de Villafranca de la Marisma, el cáliz y el viático que tomó de la sacristía, el dinero de los cepillos y hasta las llaves de las vitrinas con objetos de recuerdo. Pero a las fuerzas de seguridad y a los responsables de la Hermandad de la Vera Cruz les extrañan algunos detalles, como que el ladrón forcejeara con la corona de la Virgen y no se la llevara o que se llevase en cambio la llave del Sagrario que no tiene valor. «Debió de ponerse muy nervioso, sobre todo al darse cuenta de que no tenía salida si no era por la puerta principal», deducía ayer el hermano mayor, José Díaz Lay, que denunció en un primer momento la desaparición del cetro de la Virgen y que lo descubrió luego, al subir al camerino, tirado en un rincón. En cualquier caso, la Guardia Civil trata de estrechar el cerco al delincuente por el modus operandi: asaltar el templo subiendo primero por una casa vecina de fácil acceso, de ahí a la casa hermandad y dejarse caer por un balconcillo hasta la misma iglesia. Y es que en las últimas semanas han proliferado los robos y asaltos tanto en las casas de campo como en los polígonos industriales y el casco urbano, y algunos de los ladrones están ya identificados. denuncia. «Es habitual que en feria se comentan robos aprovechando que buena parte del pueblo, incluidos policías y guardias civiles, están en el recinto», decía ayer el alcalde, Juan Manuel Valle, que mostró su apoyo a la Hermandad y condenó «este lamentable hecho que atenta gravemente contra el patrimonio de nuestro pueblo y las creencias de todos sus devotos y fieles». «Confío en que podamos atrapar a los culpables y ojalá recuperemos todo lo robado», añadió. «Esto no se hace para comer», se quejaba ayer Isabel, una devota de la Virgen. «A ver si encuentran ya al culpable», decía Lola. Muchos feligreses se congregaban ayer en torno al hermano mayor, tras la misa dominical que se celebra en la capilla. Algunas mujeres le preguntaban por la suerte de algunas joyas donadas. «Una señora me ha preguntado por un anillo que le regaló a la Virgen su madre; otra, por otro anillo, pero hay que esperar a que la camarera contraste las donaciones registradas con lo que la Virgen tenía puesto», explicaba Lay. En la homilía, el párroco, Diego Pérez Ojeda, hizo una leve alusión a lo acontecido, pero la gente le mostró su inquietud sobre todo al hermano mayor al terminar la misa. Tras el trabajo policial en la capilla, Lay se había quedado la tarde del sábado arreglando «los muchos desperfectos para que el templo estuviera decente para la misa ». «Habían destrozado la puerta de la sacristía y la puerta del camerino de la Virgen». El hermano mayor recordó que es «la tercera vez» que ha vivido un robo así, especialmente el ocurrido a mediados de los 80, cuando el delincuente, una víctima de la droga, se llevó precisamente el cetro que el ladrón de ahora dejó en un rincón del camerino.

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