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"Los piratas no tenían parche en el ojo ni pata de palo, sino lanzagranadas"

Los piratas "no eran como en las películas", "no tenían ni pata de palo ni parche en el ojo ni tampoco iban con cuchillos, sino con lanzagranadas, fusiles y granadas de mano". Así contó ayer la experiencia del secuestro del Playa de Bakio uno de los marineros. "Fue un infierno", apostilló. Foto: EFE.

el 15 sep 2009 / 04:14 h.

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Los piratas "no eran como en las películas", "no tenían ni pata de palo, ni parche en el ojo, ni tampoco iban con cuchillos, sino con lanzagranadas, fusiles y granadas de mano". Así contó ayer la experiencia del secuestro del Playa de Bakio uno de los marineros. "Fue un infierno", apostilló.

Jaime Candamil, uno de los tripulantes del pesquero vasco secuestrado por piratas en aguas cercanas a Somalia, pidió ayer "ayuda y protección" organizada a nivel internacional para los buques que faenan en aquella zona, con el fin de que "ningún marinero más" sufra esta "dura" experiencia.

"Ojalá sea el nuestro el último barco que cogen [los piratas]", dijo el caldereta o tercer oficial de máquinas del Playa de Bakio, en una rueda de prensa que ofreció en la Cofradía de Pescadores de Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa), junto a su compañera, Fátima Iturria.

En un relato espontáneo y emotivo, numerosas veces interrumpido por las lágrimas y la emoción que le embargaban pero que trataba de contener ante los numerosos medios de comunicación que acudieron a la cita, Candamil contó su vivencia personal durante la semana que casi duró el secuestro.

El veterano marinero, de 52 años, aseguró que el problema de la piratería en los caladeros del Índico "ha ido a más en los últimos años". "Antes no salían de las 40 millas, ahora llegan a adentrarse hasta las 260 -donde les capturaron a ellos- y dentro de poco llegarán a las 400 millas".

Al Playa de Bakio lo asaltaron de noche, cuando estaba parado porque habían localizado un banco de pescado y se preparaba para faenar, por lo que cuando el marinero de guardia dio la voz de alarma ya tenían las barcas de los piratas "encima" y "pegaron un pepinazo con un lanzagranadas que si llega a coger a alguien no lo cuenta".

Bien organizados. Los piratas "no eran como en las películas", "no tenían ni pata de palo, ni parche en el ojo, ni tampoco iban con cuchillos, sino con lanzagranadas, fusiles y granadas de mano", subrayó el marinero, que aseguró que este tipo de asaltos son llevados a cabo por "grupos muy bien organizados", que cuentan con "buques nodriza que sueltan las barcas cuando detectan algo".

Después de abordar el atunero vasco y obligar a la tripulación a navegar hasta una milla y media de la costa de Somalia, un segundo "comando", con somalís "más agresivos que los primeros", asumió el liderazgo, y durante los días que duraron las negociaciones para su liberación desfiló por el pesquero "muchísima gente, parece que de otras aldeas". "Malos tratos no hubo ninguno, pero sí patadas a las puertas y amenazas", apostilló.

Entre los momentos de mayor tensión, Candamil destacó cómo por una radio pequeña que no les quitaron supieron que se acercaba a la zona una fragata española. "Estábamos rezando para que la fragata no llegara hasta estar en puerto", señaló, ya que temían un enfrentamiento de consecuencias fatales. "Después, gracias a ellos no nos volvieron a coger, como intentaron dos barcas de otros piratas" nada más abandonar el pesquero los primeros secuestradores.

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