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Los pisos vacíos por desahucios en Madre de Dios se llenan de ocupas

Familias normalizadas pero sin recursos económicos irrumpen ilegalmente en las casas que los bancos están desalojando.

el 10 mar 2012 / 20:24 h.

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Una joven muestra cómo ha arreglado el piso que ocupó.

La oleada de desahucios que está viviendo la barriada de Madre de Dios al ejecutar los bancos las hipotecas que los vecinos no pueden pagar no está dejando los bloques de pisos vacíos: los está llenando de ocupas. La dura realidad de las familias que se quedan sin casa se ha abierto paso en esta humilde barriada disparando las ocupaciones ilegales, cometidas por personas con un perfil distinto al de los okupas sociales. Matrimonios con bebés, madres solas con hijos a su cargo y distintas combinaciones de familias, por lo general con vidas normalizadas, a veces procedentes de desahucios en otros barrios de la ciudad, se están integrando con los vecinos sin que en su mayoría surjan problemas de convivencia. El que los bancos sean propietarios de la mayor parte de estas casas está siendo clave: mientras los tienen en su stock, sin venderlos, es probable que ni siquiera sepan que hay gente viviendo en ellos.

Un simple paseo por las calles adyacentes a la plaza del Astrolabio permite ver numerosos carteles de Servihabitat, la filial de servicios inmobiliarios de La Caixa, que gestiona los pisos cuyas hipotecas ejecuta la entidad bancaria. Pero cuando se pregunta por las viviendas desahuciadas, los vecinos señalan algunas ventanas que no tienen carteles: “Claro, ése lo ha quitado la pareja que se metió, que está arreglando el piso y lo está dejando precioso. Tienen un bebé, si yo me quedara en la calle y tuviera un hijo también me metería en un piso”, afirma un vecino. “Si el banco me lo quita, yo se lo quito al banco”, concluye.

La joven que vive en ese piso explica ella misma sus circunstancias: Tiene 21 años, una niña de un año y otro bebé en camino, y no puede pagar un alquiler normal. Sabía que al quedarse vacía la casa se había llenado “de drogadictos” que sólo la usaban “para colocarse”, así que un día entró y puso un cerrojo. “No lo hice antes por miedo, pero al final las circunstancias te llegan”, dice, en alusión a que ya no cabían todos en casa de sus padres, donde vivía. Desde entonces han pasado cuatro meses. “La casa era un picadero de droga y yo la estoy arreglando”, dice mostrando con orgullo las fotos que muestran el deterioro que sufría la vivienda, que ella ha frenado, eliminando bolsas de agua y humedades de los techos y tapando las ventanas rotas con nuevas persianas y cortinas de color dorado regaladas por su madre. “Sólo me falta pintar”. La joven, que vive con su novio y sus hijos, asegura que hizo las fotografías por si la echan, para que tengan en cuenta los arreglos que le hizo al piso, aunque lo que querría es que el propietario le pusiera “un alquiler que pudiéramos pagar”.

La pareja abona incluso la comunidad del bloque, y su vecino de enfrente dice estar contento porque en el piso ha dejado de entrar “gente rara”. La chica admite sin tapujos que su situación es ilegal, pero no intentará negociar con el dueño, que imagina que será el banco que se lo embargó a los antiguos inquilinos por impago. Prefiere “esperar a que vengan; es tiempo que gano”, razona.A sólo unos metros, otra mujer, madre de cuatro hijos, explica que entró en un piso hace ocho meses y hasta se ha empadronado allí; le ha contado su historia a la asistente social del distrito, que está intentando gestionarle otra casa en alquiler. También afirma no tener problemas con los vecinos, como confirman de inmediato varios residentes.

Justo frente a su piso, otras personas han aprovechado que una anciana ingresó en una residencia para meterse en su casa y cerrar las ventanas con cadenas “para que nadie pueda hacer lo que han hecho ellos”, ironizan los vecinos, que desgranan un caso tras otro y muestran su preocupación por que la situación vaya a más: “Ya empezamos a escuchar que hay quienes, por mil euros, revientan un piso, le cambian la cerradura y te dan la llave para que te metas”, advierte el presidente de la asociación de vecinos Constelaciones, Rafael Amarillo, alarmado por la posible entrada de gente que altere la convivencia, aunque de momento no sea así.

Fuentes de la Policía Nacional, la Autonómica y la Local, consultadas por este periódico, confirman que no les consta ninguna denuncia de los vecinos a causa de problemas surgidos por estas ocupaciones, ni tampoco tienen órdenes de patrullar especialmente por Madre de Dios por este motivo, aunque es una zona a la que acuden de forma habitual dentro de sus dispositivos de seguridad.

Amarillo ha trasladado su preocupación al distrito, donde también conocen casos, como “el de una señora que estuvo hospitalizada y al volver se encontró a gente en su casa”, o un vecino que estuvo en prisión, según explican fuentes del distrito municipal Cerro-Amate, que confirman que nadie les ha trasladado quejas por molestias causadas por los ocupas. Lo que en todo caso, matizan, no sería competencia municipal. “Y ocupas hay en todas partes”, añaden, aunque aceptando que la crisis ha empeorado la situación en todo el área de Tres Barrios. En breve, al menos en Los Pajaritos se revisará quién vive en cada casa antes de iniciar el traslado de los vecinos a un edificio puente, mientras el Consistorio reconstruye sus bloques, que se van a derribar dado su estado ruinoso.

Un sondeo del 15-M detectó 80 subastas en sólo cuatro meses

Un informe presentado este mes por la comisión de Vivienda del 15-M incluía un conteo en el que se habían localizado 80 casos de viviendas subastadas, principalmente en Madre de Dios y Las Candelarias, en tan sólo cuatro meses. Es decir, 20 subastas al mes sólo en esos dos barrios. Y no es un recuento científico, sino tan sólo una recopilación de casos encontrados en los paneles de información de los juzgados y los boletines oficiales de la provincia, por lo que la cifra está calculada a la baja. El informe incluía datos como que el año pasado se superaron las 3.000 subastas judiciales en Sevilla y se realizaron 600 lanzamientos (expulsiones de inquilinos de sus casas por orden judicial). Por eso, el 15-M ha abierto11 puntos de información en los barrios para atender a personas que tengan problemas de vivienda, tanto en propiedad como en alquiler.

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