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Los primeros de Doñana

No es sencillo encontrar un libro que admire Doñana a través de los ojos de los sevillanos. La Mancomunidad del Aljarafe ha querido reivindicar la filiación histórica de cinco de sus pueblos (Pilas, Villamanrique, Aznalcázar, Puebla del Río e Isla Mayor) y para ello encargó a dos biólogos, Raúl Tijera y Manuel Pedro Cobo, la redacción de un libro que analizara la Etnografía de la Doñana sevillana.

el 16 sep 2009 / 01:17 h.

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No es sencillo encontrar un libro que admire Doñana a través de los ojos de los sevillanos. La Mancomunidad del Aljarafe ha querido reivindicar la filiación histórica de cinco de sus pueblos (Pilas, Villamanrique, Aznalcázar, Puebla del Río e Isla Mayor) y para ello encargó a dos biólogos, Raúl Tijera y Manuel Pedro Cobo, la redacción de un libro que analizara la Etnografía de la Doñana sevillana.

Contado así pueden suponer que éste es un documento para especialistas, pero nada más lejos, de hecho, sus autores consideran que, antes que nada, éste "es un homenaje a la gente que trabaja en Doñana y que lleva a cabo unos oficios durísimos olvidados por la sociedad moderna".

Carboneros, apicultores, recolectores, cesteros y pescadores son algunos de los colectivos que se asoman a las páginas de un volumen que pone la lupa en la vida de las personas de ese gran territorio que es Doñana, unos oficios en su mayoría olvidados y "a los que la sociedad les da la espalda": "Hay que reivindicar aquellos usos y costumbres y poner el acento en un punto muy importante, éste tipo de explotación, que todavía hoy se lleva a cabo, no choca con la conservación del ecosistema", asegura. A juicio de Tijera, "la historia del Parque de Doñana es la historia de la integración del hombre con la naturaleza y expulsarlo de ella sería un grave error".

El hecho de que existan usos al borde de la extinción no se debe, en el caso del parque, a razones de presión inmobiliaria, "es debido a que se trata de trabajos duros que se traducen en pocos ingresos económicos. José Romero, uno de los protagonistas del libro, necesita dos días para recoger cañas de la ribera y elaborar una cesta que se vende por 15 euros y que en los chinos se vende a uno", comenta.

Otra reivindicación en un trabajo lleno de ellas es la de que la administración pública tenga un trato "más ágil y facilitador" para los habitantes de una zona cuyo modo de vida -con el botón de pausa pulsado en el pasado- no se lleva bien con "las exigencias burocráticas de la modernidad". "Y hay que entender que las labores que ellos realizan forman parte del acervo etnográfico del paisaje, algo tan importante como pueda ser el patrimonio tradicional", dice el autor sin querer señalar directamente a la romería del Rocío.

A través de diferentes capítulos y numeroso material fotográfico (nuevo y de archivos personales), el libro quiere erigirse como "una herramienta de conservación de Doñana a través de la vinculación emocional de unas poblaciones con ese territorio". Sin embargo, y pese a los evidentes lazos que existen, los autores, dispuestos a "rescatar el pasado", aspiran también a realizar una llamada de atención para que esta zona del Aljarafe sevillano sea más consciente del peso específico que jugó -y en parte continúa jugando- en el Parque de Doñana.

También hay un apartado en el libro para uno de los tipos de vivienda más primitivo de los que hay constancia en Andalucía: las chozas, que se han podido encontrar en municipios como Villamanrique de la Condesa, Pilas, el poblado de Queipo de Llano o El Puntal en Isla Mayor, principalmente recubiertas con castañuela, una planta marismeña, aunque también las hay de junco, brezo o barrón. Juan Fernández El Estenazas o Antonio Pérez El Cabrero son algunos de los personajes que se suman a recorrer un camino cargado de memoria y cuya actualidad es mucho mayor de lo que parece.

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