A una campaña vista de la reforma en las ayudas al algodón, las aguas en el sector distan mucho de estar tranquilas. Desde 2006, la superficie cultivada va disminuyendo y el rendimiento de esta temporada va en consecuencia. La legislación europea y la limitación en el regadío tienen la culpa.
En torno a 100.000 toneladas de algodón en Andalucía. Ésas son las previsiones de Asaja (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) para un año nefasto por un doble sentido. El primero, el tránsito de legislación entre el plan de 2006, que fue anulado por una sentencia del Tribunal de Justicia de la UE y que eliminó el sistema de ayudas a la producción, y una nueva regulación del sector, que entrará en vigor el 1 de enero de 2009.
Hasta que no tenga vigencia el acuerdo que los países de la Unión pactaron en el Comité Especial de Agricultura el pasado 5 de mayo y que los representantes de Asaja califican como una forma de "alargar la agonía" porque mantiene "el régimen actual aunque con diversos ajustes", el cultivo del algodón se sigue rigiendo por una normativa que reduce, año tras año, la superficie cultivada. Así, de las 64.000 hectáreas de algodón que había en Andalucía en la campaña de 2007 y 40.000 en Sevilla, este año han disminuido a 55.000 y 35.000, respectivamente. Esto se traduce, cómo no, en una caída de los rendimientos: de 118.000 toneladas en 2007 a 100.000 en 2008.
A esta problemática legislativa hay que sumar el segundo inconveniente: los problemas de riego que ha presentado este año la cuenca del Guadalquivir. Y es que el algodón es un cultivo exigente en agua, pues la planta tiene mucha cantidad de hojas provistas de aberturas que permiten el intercambio con el exterior por las que se transpiran cuando hay un exceso de calor -algo muy común en Andalucía- y los riegos deben aplicarse durante todo el desarrollo de la planta a unas dosis de alrededor de 5.000 metros cúbicos por hectárea.
"El déficit en la cuenca nos está condenando a regar por debajo de los 2.500 metros por hectárea y cuando en agosto termine la campaña de riego no sabemos qué va a pasar", señaló Emilio Gutiérrez, responsable del sector algodonero en Asaja.
La restricción en el uso de abonos es otro de los peligros del cultivo del algodón. "Si sumamos que hay sembradas menos hectáreas con el hecho de esta limitación y la menor cantidad de agua para el riego, es imposible alcanzar las condiciones de productividad exigidas por el nuevo régimen de ayudas. El cultivo está condenado a una muerte lenta", afirmó Gutiérrez.
La reforma pactada por los representantes europeos continuará con el reparto actual del sistema de subvenciones: el 65% por hectárea o superficie, independientemente de que el agricultor coseche o no, y el 35% restante condicionada a la obligación de cultivar.
Los cambios acordados afectarán en España a ese 35% de ayudas acopladas. Bruselas prevé elevar el pago por hectárea, que actualmente es de 1.039 euros, hasta 1.400, a cambio de reducir la superficie desde las 70.000 hectáreas para las que se concede ahora la subvención, hasta las 48.000. "Esto se resume en que no se van a incrementar de forma global las ayudas, pero sí que hay 22.000 hectáreas que no se pueden sembrar", sentenció Gutiérrez.
Para Asaja, con la reducción de la superficie de algodón, "la producción será testimonial", lo que repercutirá en el empleo y en la actividad de las desmotadoras.