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El día más mágico y monárquico del año

Miles de sevillanos se echaron este domingo a la calle para venerar a sus majestades de Oriente.

el 05 ene 2014 / 18:47 h.

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Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Paisano Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Paisano   FOTOGALERÍA: Cabalgata de los Reyes Magos en Sevilla

A ver quién es el listo que se atreve a decir que España se está tornando republicana después de la jornada del domingo, con miles de sevillanos postrados a los pies de tres reyes –aunque fuera para recoger caramelos– que recorrieron en loor de multitudes la ciudad. El mismo día que las encuestas desvelaban que la monarquía no pasa por su mejor momento en cuanto a apoyo popular –con menos del 50%–, la capital hispalense vivió una de las mayores exaltaciones a la corona –o coronas– del país. La Cabalgata del Ateneo. Y es que no hay nada que guste más a los súbditos que sus regidores aparezcan sólo una vez al año, y siempre cargaditos de regalos o, en este caso, gominolas, peluches, pelotas, periódicos y hasta camisetas.

Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Paisano Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Paisano

Pero qué diferente puede ser una misma cabalgata dependiendo de quién la viva, y sobre todo de los años que se tengan y de la procedencia. Sin ir más lejos, desde las tres y media de la tarde ya había cientos de sevillanos apostados frente a la puerta del Rectorado, en la calle Palos de la Frontera, aguardando la salida del cortejo real. Familias al completo, abuelos con nietos, padres con niños de poco más de un añito, parejas jóvenes e incluso algún que otro guiri que pasaba por allí y que miraba asombrado, preguntándose qué hacen estos “locos españoles” lanzándose a celebrar semejante festejo cuando, según explicaba, en la mayoría del mundo la Navidad termina con la visita del regordete del gorro rojo el 25 de diciembre, y el 2 de enero no queda adorno alguno en las calles.

Con un punto de vista muy distinto –de hecho, a escaso medio metro del suelo la mayoría–, aguardaban a sus altezas Melchor, Gaspar y Baltasar cientos de inquietos chiquilos, de nerviosa mirada, que no dejaban de preguntar “cuándo salen los Reyes”, mientras se iban entrenando para la dulce recolecta correteando entre las piernas del personal allí presente.

Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Paisano

Pero ésta es sólo una de esas cosas que no cambian año tras año. Hay más. Quién no ha probado a gritar nombres al azar a las carrozas esperando una mayor lluvia de golosinas. “¡Carmen, Celia, Marta, Juan, Alfredo...!”. Tener un primo o un conocido en una carroza es plausible, pero tener a media familia en el desfile resulta más difícil de creer. Y quién no ha escuchado a esa señora quejándose porque el último que ha llegado se le ha puesto delante “y el niño no ve”. O a esa joven que llama a alaridos a la amiga que sale este año por primera vez montada y que te hace perder la audición durante unos segundos... O a esos que protestan porque la princesa o el pirata de turno no tira con suficiente fuerza los caramelos y no llegan a las últimas filas... Éstas y muchas otras experiencias, de esas que no cambian con los años ni con las crisis, seguro que le resultan familiares, si es que no las ha vivido justamente este domingo, ya fuera en la salida del cortejo, durante el recorrido o en la recogida. Aunque incluso en esto hay debate. El momento escogido para disfrutar de la Cabalgata divide a esta ciudad en dos, como la Feria (o casi todo). “Es que la Cabalgata de día no tiene nada que ver con la de por la noche”, decía una señora a su marido tras despedir a la carroza de Baltasar a su paso por el Prado. “Pues yo no vuelvo a tragármela otra vez”, respondía el derrotado esposo, bolsa de caramelos en la mano y niño a los hombros.

Pero cuánta razón tenía la mujer. Qué transformación la de la cabalgata con la caída del sol. La iluminación navideña unida a la de las propias carrozas cambió radicalmente el aspecto del cortejo, al que por suerte respetó el tiempo. Ni el viento, ni el frío, ni la lluvia acudieron a recibir a Sus Majestades.Quizá por eso se desbordaron todas las previsiones y se vieron imágenes de las calles de la ciudad abarrotadas como pocos recordaban. No en vano, éste es el único evento de la ciudad que puede hacer sombra, en lo que a bulla se refiere, a la Semana Santa. Imposible circular –y casi caminar– por la ciudad con la marea humana que se arrojó a las calles. Hasta millón y medio de personas se esperaba, previsión cumplida de sobra.

Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Espino (Atese)

Del cortejo, gustaron todas las carrozas, pero triunfaron unas más que otras. Por supuesto, los Reyes Magos despertaron pasiones con las mayores lluvias de chucherías, pelotas de goma, peluches e incluso alguna camiseta verde, cortesía de Baltasar.

La carroza de Los Martinitos, con la payasa Yupita al frente, fue la más animada, con pitos y cañones de confeti. Por cierto, que justo detrás le seguía los pasos la de Lipasam, invitando a la limpieza ciudadana mientras se tragaba los papelitos que arrojaba Yupita a diestro y siniestro. Estéticamente asombró la elegancia del carromato de La Cenicienta o el Templo Samurai, mientras que el coche de Fernando Alonso volvió locos a los más pequeños.

Entre las que más guasa despertaron, la carroza de la Policía Local, al que más de uno le soltaba un “cuidado que tiran multas”, o la del Rey Baltasar, al que muchos asistentes encontraban parecido con Miguel Guillén Vallejo, presidente del Betis, por lo que le hacían recomendaciones y le transmitían sus deseos para el club. “Deberías poner a desfilar aquí a los jugadores”, sugería alguno. No obstante, todo hay que decirlo, el monarca negro fue el más aclamado por los niños, gracias a su generosidad en el lanzamiento de dulces. No se quedaron atrás Melchor, que se parecía bastante a Luis Cárceles Márquez, presidente del Colegio de Dentistas de Sevilla, ni Gaspar, cuyo rostro guardaba un cierto aire al de Alberto López Ramos, de España Compañía Nacional de Seguros.

Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Espino (Atese) Cabalgata de los Reyes Magos de Sevilla. / Foto: J.M.Espino (Atese)

Mención especial merecen los beduinos y las bandas de música, encargados de convertir la Cabalgata en una fiesta, gracias a sus animados bailes y a temas como Ya vienen los Reyes Magos, Tengo un tractor amarillo, A por ellos o los grandes éxitos de Xuxa, entre otros. Muy comentada también la puntería de los beduinos. “¿No decían que los caramelos eran blandos?”, se preguntaba un joven al que uno de los miembros del cortejo de Melchor le había acertado en la frente, mientras se frotaba el chichón.

Lo que no trajeron los Reyes, al menos en la tarde del domingo, fueron grandes ventas a los comerciantes de puestos ambulantes. “Nosotros no hemos notado la mejoría este año. A ver si con la Cabalgata suben algo las ventas, pero la gente está tiesa”, comentaba el responsable del puesto de gofres del Prado a El Correo. Tampoco los vendedores de globos hicieron el domingo su agosto, algo fácil de comprobar si se comparaba el cielo sevillano del domingo con el de hace unos años, cuando los globos se escapaban por docenas. Habrá que esperar a 2015.De momento, los comerciantes ya escribían su carta a los Reyes para la próxima Navidad: “Que entre todos nos ayudemos un poquito, incluidos los políticos que tenemos, que se deberían hartar de carbón”. Habrá que ser buenos durante todo 2014 para lograrlo.

Los Reyes Magos recorren toda la ciudad repartiendo 100.000 kilos de caramelos y 5.000 periódicos infantiles para fomentar la lectura

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