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Los sevillanos adictos a la antigua Vespa aseguran que no hay sucesora posible

Cuatro meses después de muer- ta, la Vespa de toda la vida sigue sin sucesora, según ha revelado el capitán de su guardia pretoriana, el ingeniero informático sevillano José Ramón Begines.

el 15 sep 2009 / 09:40 h.

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Cuatro meses después de muer- ta, la Vespa de toda la vida sigue sin sucesora, según ha revelado el capitán de su guardia pretoriana, el ingeniero informático sevillano José Ramón Begines. "Ninguna podrá igualar su petardeo en los semáforos, y mucho menos los plásticos que hay circulando por ahí, esos scooters empepinados de 49 centímetros cúbicos montados por niñatos haciendo el tonto. La Vespa de ahora es de cambio automático y muy diferente de la que acaban de retirar del mercado, la auténtica, la pija, la del cambio de marchas a la izquierda, el freno de pie y la patada para arrancarla." El populoso foro que dirige, quizá el más importante de España en la materia (Vespa Club Sevilla), le da la razón y asiste bastante atónita a las exequias de la moto más poderosa del siglo XX, ya que ésta sigue rodando por ahí como si nada. "Sevilla no es mala ciudad para ir en ella", dice Begines en el velatorio.

"Sabe Dios cuántas puede haber en Sevilla. Eso es imposible porque no sólo están las que se ven", dice el gestor del foro, "sino muchísimas más. En cada garaje de la ciudad y en cada granero de cada pueblo hay una Vespa", ocultas todas ellas como prófugas de la justicia sostenible. "Contaminan una barbaridad, sí que es verdad. Pero tienen otras cosas. Gastan menos que un mechero. Ahora no hay digna sucesora porque es una moto que nunca dejará hueco."

Dicen que nadie habla mal de los difuntos, pero asegura el portavoz de los vespasianos que "no hay nada más bonito que una mujer en una Vespa". Desde que se creó en 1946 en el país de la ropa tendida a la calle y las collejas a los niños, el espíritu de Roma ha vuelto a invadir Europa con la misma irrevocable impronta que dejaron las legiones. "Es una filosofía de vida. Yo me peleo mucho y discuto por la sobreprotección actual de los niños: que si no les vayas a gritar, que si no estén en la calle... Yo salía del colegio a las seis con un balón bajo el brazo y mi único problema era estar en casa a las nueve." El súbdito de la Vespa es así: melancólico de una infancia no administrada sino vivida; independiente hasta donde lo permite la palabra amigo; leal caballero de la carretera y hombre o mujer de mucho mojarse, si sale lluvioso el año. Virtudes de moteros, que son todas aquellas que "en coche ni se te ocurren, como auxiliar a otros".

"Me gusta echar el domingo por la mañana abriendo la moto y poniéndome de grasa hasta las pestañas aunque me tachen de loco. Adónde vas con ese cacharro: me lo dice hasta mi madre. Tengo tres. Me gusta cacharrear, la añoranza. Ojalá se relanzase la Vespa clásica, aunque eso no va a pasar porque los plásticos tiran más y son más ecológicos."

No es sólo la opinión de un incondicional. Más o menos lo mismo que este sevillano de 34 años vienen a pensar los alrededor de 5.600 usuarios del foro del Vespa Club Sevilla. Desde trucos de mecánico hasta chistes y, huelga decirlo, convocatorias de quedadas, el foro internáutico más romano de España está a las órdenes de una moto que vale un imperio. Imperio: cantidad equivalente a entre 2.000 y 2.500 euros, que es lo que cuesta comprarse y restaurar una de segunda mano, dice Begines, y que la mujer o el marido no se enfaden. "El único problema de la Vespa es que hay que desmontarla entera para cualquier tontería". Es lo que tienen todas las filosofías. Si a uno le gusta...

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