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Los silencios de El Palmar

El recogimiento es máximo en la orden aunque se apunta a que el sucesor del Papa se proclamaría como Gregorio XVIII

el 21 jul 2011 / 21:45 h.

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Silencio y hermetismo. El recogimiento más severo se guarda tras los altos muros de cinco metros de la Alcaparrosa, la finca en la que se encuentra la basílica de la Orden de las Carmelitas de la Santa Faz. Ni hablan de la muerte del papa Pedro II, ni dan cuenta de quién será su sucesor más allá de la rumorología procedente de los vecinos de la ELA de El Palmar de Troya, en Utrera, con los que conviven desde hace algo más de cuatro décadas.  
Sólo algún avezado medio de comunicación, como Atlas o Andalucía Directo, se atrevieron a aventurar un nombre que, desde la proclamación, hace seis años, de Manuel Alonso Corral como papa Pedro II, ya estaba en todas las quinielas: el del padre Sergio María. Tiene todos los requisitos, el principal de ellos que sería el relevo natural en el trono, ya que  hasta el viernes era el actual Secretario de Estado y Vicegeneral Primero de las Carmelitas de la Santa Faz. De hecho, es el mismo cargo que ocupaba Manuel Alonso cuando murió, hace seis años, el auténtico guía espiritual y fundador de la congregación: Clemente Rodríguez, autoproclamado papa Gregorio XVII tras la supuesta aparición, en marzo de 1968, de la Virgen en el lugar donde se levanta ahora la basílica con sus inmensas torres.   


La sucesión ya está en ciernes e incluso ya se comenta que el padre Sergio María se habría acogido al nombre de papa Gregorio XVIII. Pero es un misterio casi tan grande como el futuro de la congregación en claro declive. En realidad, todo son especulaciones, ya que ni el presidente de la ELA, Juan Carlos González (PSOE) ni el mismo alcalde de Utrera, Francisco Jiménez (PA), conocían un solo detalle al respecto: la noticia de la muerte del papa de El Palmar de Troya se la notificaron los periódicos.  


Aunque la orden empezó por cuatro niñas que, en su propósito de coger flores para adornar el altar de la iglesia, se toparon, al parecer, con la Virgen, fue Clemente el que se llevó el protago- nismo: sangraba por la frente y las manos y hasta una vez se dice que perdió 16 litros, pese a que el cuerpo humano tiene cinco.


Su apogeo llegaría en 1978, al autoproclamarse pontífice máximo y considerar El Palmar de Troya la sede del nuevo Vaticano. Para él, Roma es la sede del Anticristo, excomulga al papa Juan Pablo II y eleva a los altares a Francisco Franco, José Antonio Primo de Rivera, Carrero Blanco o Don Pelayo, entre otros. Pero poco a poco, su mensaje se fue diluyendo tras esos muros, manteniendo un régimen tan férreo como silencioso. 

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