Los candidatos a la presidencia de Israel, Benjamín Netanyahu, del partido Likud, y Tzipi Livni, del Kadima, afrontarán el próximo martes los comicios legislativos desde una posición de empate virtual, según los últimos sondeos que se difundieron ayer en el país.
Las encuestas de los principales diarios del país otorgan a Netanyahu entre 25 y 27 diputados y a Livni entre 23 y 25, un estrecho margen que añade emoción de última hora a unos comicios que hace meses se preveían un paseo militar del Likud, ante el descrédito del Kadima del primer ministro saliente, Ehud Olmert, y de los laboristas del titular de Defensa, Ehud Barak.
Livni afrontará sin embargo la jornada electoral con un pie sobre los talones del ex primer ministro Netanyahu, aunque con menos posibilidades de formar una coalición de Gobierno con una izquierda en horas bajas. En este contexto, la llave del nuevo Ejecutivo estará en manos de Israel Beitenu, el partido del ultranacionalista Avigdor Lieberman que abandonó el Ejecutivo hace poco más de un año en protesta por el diálogo de paz con la Autoridad Nacional Palestina.
Los últimos sondeos confirman el imparable ascenso de esta formación, que obtendría entre 18 y 19 diputados con una campaña basada en la noción de fuerza y en pedir que los palestinos con ciudadanía israelí muestren fidelidad al Estado Judío. Israel Beitenu cuenta en la actualidad con 11 representantes en la cámara legislativa y se alimenta mayoritariamente del voto del 1.250.000 judíos originarios de las ex repúblicas soviéticas, que emigraron masivamente desde la Perestroika, en los años 80.
La escalada de Lieberman en intención de voto facilita una eventual coalición derechista de Gobierno con el Likud, el ultra-ortodoxo sefardí Shas -que obtendría entre nueve y diez parlamentarios- y otros partidos menores. El Partido Laborista quedaría, por primera vez en cuarto lugar, al perder entre tres y cinco de sus 19 diputados. La formación evita, sin embargo, el descalabro que le auguraban los sondeos previos a la ofensiva isarelí en Gaza con la que Ehud Barak ganó popularidad.
Por otra parte, la formación de izquierda pacifista Meretz lograría entre cinco y siete diputados, aproximadamente como Judaísmo Unido de la Torá, que representa a los ultra-ortodoxos asquenazíes. Las urnas reemplazarán a los sondeos dentro de cinco días, en unas elecciones convocadas a raíz de la dimisión de Olmert y la posterior imposibilidad de Livni para poner en pie una nueva coalición de Gobierno.
Participación decisiva. Los expertos subrayan que una alta participación entre el electorado judío -un 80% de la población del país- beneficiará a los partidos de derechas, según precisó el diario Haaretz. Esto se debe a que el mínimo necesario de votos para entrar en la Knesset, como se denomina el Parlamento israelí, se determina en función de la participación. Por ello, los partidos árabes que están en la cuerda floja podrían quedar fuera de la cámara si el electorado judío acude masivamente a las urnas mientras que el árabe -el quinto restante de la población israelí- opta por quedarse en casa.