El progresivo recorte de las subvenciones europeas, unido al implacable acoso de las políticas anti-tabaco que, entre otras medidas, abultan las tasas impositivas, han herido de muerte a un cultivo que durante el mes de agosto ocupa en su recolección a 800 tabaqueros en la provincia de Granada.
Trabajadores que, como Jesús Sánchez, cambian la playa o la piscina por "agotadoras" jornadas. Son más de 2.200 horas de labor por hectárea las que requiere la cosecha, recolección, secado y curado de esta planta.
El tabaco necesita una dedicación "frenética" todo el año, explica Sánchez a Efe, mientras afirma convencido que el característico color amarillo pálido, con cierto brillo de la hoja, es la mejor señal para iniciar la recogida.
"Cuando las hojas van estando maduras, su color cambia del verde al amarillo, se vuelven quebradizas, por lo que ya están preparadas para despojarlas de la tierra, colocarlas en los remolques y finalmente pasarlas al secadero", indica.
Una vez curadas, sólo resta apilarlas en paquetes y enviarlas a centros de fermentación, donde tendrán un tratamiento tecnológico previo a la elaboración de los cigarrillos, precisa el agricultor en su plantación de Romilla, en pleno corazón de la Vega granadina.
La incertidumbre y el desasosiego que encendieron hace tan sólo dos años la mecha de las movilizaciones en toda la provincia han desaparecido por completo, según reconoce el trabajador.
La condena a muerte del cultivo, del que en la actualidad dependen unas 1.500 familias, tiene fecha concreta: hasta el año 2010, cuando está previsto que lleguen a su fin las subvenciones, según el acuerdo alcanzado entre el Ministerio de Agricultura y la Unión Europea (UE).
Según este convenio, los cultivadores recibirán durante los próximos cuatro años ayudas desacopladas en un 40%, esto es, percibirán primas siembren o no siembren, "pues el objetivo es mantener su renta", asegura el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) de Granada, Nicolás Chica. El otro 60% irá en función de los kilos producidos, según la cuota asignada por la Unión Europea.
Como "saldo" de esta política, asevera Chica, el 70% de los productores han optado por abandonar el cultivo, "ya que cada año dejan de ingresar dinero".
Estas circunstancias, unidas al azote de la subida en el precio de los combustibles, hacen rentable el cultivo sólo para aquellos que cuentan con la única ayuda de familiares y amigos en las labores, "que ofrecen sus servicios sin retribuciones importantes", según apuntan desde la asociación agraria.