La gran mayoría se ha quedado por la zona en pisos alquilados, de cuyo coste se hace cargo la Universidad de Sevilla, ya que era la que promovía la obra del aparcamiento que originó los problemas en los pisos.
Según explicó el presidente de la asociación de vecinos, Bernabé García, han sido los propios vecinos “quienes han elegido los pisos, nadie se ha visto obligado a irse a un sitio que no quería”. La única premisa que puso la Hispalense es el precio de la renta, que se fijó entre 600 y 700 euros en función de un estudio de mercado sobre el precio del alquiler por la zona.
Sólo dos familias se han marchado lejos del barrio, “pero porque han preferido irse más cerca de sus hijo” o, como el caso de dos personas mayores, a las que “se les ha buscado plaza en residencias de la Junta de Andalucía”. Otras dos familias han querido irse a pisos de familiares, “pero aún así van a recibir los 600 euros de renta”.
García agradeció ayer el hecho de que se hayan cumplido “los compromisos adquiridos por la Hispalense con los vecinos”, a los que se les ha venido informando periódicamente sobre los daños. De momento, lo que no saben es cuándo podrán regresar a sus casas, ya que “en lo único que se han retrasado hasta ahora es en los informes geotécnicos”.
No obstante, García explicó que en la última reunión mantenida con la Universidad les dijeron que en el plazo de un mes o mes y medio estarían todos los documentos relativos a los daños que se han registrado en el terreno y en las viviendas. Hasta que los técnicos no terminen estos trabajos no se podrá poner fecha de inicio de las obras ni tampoco plazos para entregar los pisos.
Las viviendas están ya vacías y abiertas para que se pueda trabajar en ellas. “Los vecinos han podido sacar sus enseres y estuvieron presentes para hacer un inventario de sus muebles, que van a ser custodiados por una empresa hasta que puedan volver a sus pisos”. La Hispalense también mantiene la seguridad privada en los bloques para evitar posibles ocupaciones o actos vandálicos.
Los vecinos de la barriada de la Renfe fueron desalojados en la madrugada del 16 de junio cuando alertaron de la aparición de grietas en las viviendas, además una de las grúas con las que se estaba trabajando en el aparcamiento universitario presentaba riesgo de derrumbe al inclinarse hacia un lado, por lo que tuvo que ser desmontada.
Finalmente, fueron 40 familias las que no pudieron volver a sus viviendas, tras lo que fueron llevadas al hotel Macarena. Allí han permanecido hasta que poco a poco han ido encontrando pisos de alquiler que, mientras no puedan volver a sus casas, serán sufragadas por la Universidad. Los vecinos ya habían denunciado en Urbanismo la aparición de grietas con anterioridad.
