Los ayuntamientos pueden elegir entre 142 especies diferentes, pero los primeros puestos en el ranking los obtienen árboles, arbustos y flores clásicos y autóctonos. La jacaranda es el árbol más adquirido dentro de los de hoja caduca; el naranjo amargo, que ofrece color y olor, es el más demandado entre los de hoja perenne; entre los arbustos, se llevan la palma las plantas aromáticas, lavanda y romero sobre todo; entre los tipos de palmera, se impone la washigtonia; y en cuanto a la flor, los rosales "porque soportan muy bien tanto el frío como el calor de los meses de verano", según la diputada.
La flor se repartió por primera vez el pasado año. "Porque son útiles y los ayuntamientos plantan bastantes flores de estas características que ahora les ofrecemos nosotros", señaló la diputada. El año pasado se distribuyeron gratuitamente 30.000 plantas a los municipios de menos de 10.000 habitantes y ya este ejercicio las pueden solicitar. Destacó así que "antes de que acabe el año se van a repartir 13.000 plantas florales entre violas, pensamientos y brasicas".
La diputada afirmó que uno de los objetivos de su departamento "es difundir la relevancia de nuestra flora, así como el respeto a nuestro entorno y al medio ambiente". Con este fin y para que sirva de herramienta a las administraciones locales de la provincia se han editado un millar de catálogos que incluyen la totalidad de las plantas, con medidas, tipología y el precio en el mercado, además de las fotografías de cada una de las variedades, "que les servirá a los alcaldes y concejales aunque no conozcan su nombre".
En los tres viveros con que cuenta la institución provincial, dos en Sevilla -en Valdezorras y Cortijo de Cuarto- y un tercero en Cazalla de la Sierra hay 21 personas en plantilla, mientras que el trabajo eventual se cubre con las peonadas del régimen especial agrario, superando de media las 4.450 al año. El central, y más antiguo es el de Valdezorras, con 30 hectáreas. En la barriada de Bellavista cuentan con 20 hectáreas y alberga la mayoría de ejemplares de gran porte. Por último, el vivero San Antonio, en la Sierra Norte, tiene dos hectáreas y sólo se cultiva plantas autóctonas. También acoge fauna y planes de educación medioambiental.