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Lunes de carnaval

O sea, un lunes como otro cualquiera porque en Sevilla la fiesta gaditana -entre italiana y flamenca, como Silverio Franconetti- no caló nunca.

el 14 sep 2009 / 23:36 h.

O sea, un lunes como otro cualquiera porque en Sevilla la fiesta gaditana -entre italiana y flamenca, como Silverio Franconetti- no caló nunca. Olavide se arriesgó a un Baile de Carnaval en el Alcázar y luego se lo pusieron por delante en el juicio que le hicieron por medio hereje. Y eso que allí -consta en las actas- en la madrugada sólo hubo caldo, el caldo que un siglo después logró hacerse un hueco en la Feria de Abril. La estampa que de estos días nos deja Blanco White en sus Cartas de España es aún más penosa: se reducía a la diversión de unos cuantos zagalones colgando muñecos de papel en las amplias faldas de las señoras de edad a la altura del trasero y a algunas fiestas privadas de la buena sociedad. Ortiz Nuevo, cuando fue concejal de Cultura (hace ya de esto casi 30 años) intentó volver a hacer de Olavide aunque en la Alameda por aquello de la sevillana de El Pali sobre la murga de Regaera; no se enteró que las murgas iban allí en verano. Aunque hasta trajo al pobre Ocaña, sólo consiguió enraizar ese desembarco en la plaza de San Francisco de las agrupaciones vencedoras en Cádiz. Y eso porque en el reparto de territorios a la Caja San Fernando le tocó Jerez. Total, el carnaval de Sevilla se redujo a otra representación más, a un teatro. No se puede tener todo: no hay cuerpo que hubiera resistido empezar las fiestas ahora y terminarlas en el Corpus.

Antonio Zoido es escritor e historiador

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