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Made in Marruecos

el 23 oct 2010 / 05:53 h.

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Los colores, olores y texturas de Marruecos impregnan cada detalle y objeto de artesanía del país. Esos son los recuerdos que se puede llevar de un viaje por Marruecos sin salir de Sevilla. La Fundación Tres Culturas ha organizado la Muestra de Artesanía Marroquí para dar a conocer lo mejor del país vecino. En la propia sede de la Fundación, el antiguo Pabellón de Marruecos de la Expo, quince artesanos exponen sus trabajos y su arte auténtico. El olor a té y unos golpes rítmicos le recibirán. En babuchas y sobre una alfombra alguien se encarga de servir el té con menta, tan apreciado por todos los marroquíes. En las mesas de madera los pasteles de miel y almendras van desapareciendo con una rapidez pasmosa, deben de estar muy ricos.

Dispersarse entre los expositores es lo mejor para no perderse nada, si tiene curiosidad por algo, pregunte; muchos de los artesanos hablan español, los hay que dominan el francés y los primeros hacen de intérpretes para el resto. Uno de los primeros expositores es el de Saida Amhada, la encargada de los caftanes. "Todo está hecho a mano, los bordados y pedrerías; no sólo se usan para celebraciones, también para diario porque los hay de muchos tipos" Otras que trabajan con tela son las tejedoras de alfombras, en los rústicos telares de madejas de lana. Mohamed Larbi Boughallad trabaja la madera incrustada, tal y como se han hecho desde hace siglos bellos cofres y espejos. Explica cómo se trabaja mientras se maneja con el punzón y el cincel. "El material que usamos es madera, plata, hueso, y nácar; tallado a mano." Todo es producción propia, hasta el punto de que ellos mismos son los que van a la playa a por las conchas que usarán.

Siga andando entre los puestos, telas y alfombras, hay mucho donde mirar y comprar. Junto con el olor del té, que lo impregna todo, comienza un olor distinto y más intenso. Lo produce la madera de cedro, muy apreciada en todo el país por su característico olor. Todo el trabajo con esta madera se hace a mano y mucha población del país se dedica a ello, un arte que pasa de padres a hijos. Hay expuestas cajas, cofres y celosías; decoradas o sin decorar.

Si la madera y el cobre no son lo suyo, también podrá ver telas de todos los colores, sedas o lanas para las colchas de cama, mantas o alfombras donde cada obra es única. De piezas de alfarería también hay mucha variedad, desde la decorada con plata al barro cocido y pintado. De herrería se puede ver a los propios artesanos, demostrando cómo trabajan el metal con herramientas de todos los tamaños. Como curiosidad, además, en la zona de madera pintada procedente de Chefchaouen, hay todo un dormitorio listo para amueblar, por si le interesa un cambio en la decoración: el cabecero, las dos mesillas de noche y el espejo, todo de brillantes colores azules como la ciudad de donde provienen. También hay lugar para el cuero, que está ahora tan de moda en otoño. Hay bolsos, zapatos y zapatillas de cuero, que son una auténtica curiosidad y que no hay en ninguna tienda de la ciudad. Las compras se van cerrando y las bandejas de pasteles se vuelven a vaciar. Lo del regateo ya se deja para los más atrevidos y dados a negociar en el zoco. Para los que quieran descubrir esta cultura y este arte, o para los que ya lo conocen pero quieren volver a disfrutar de ello, un poco de Marruecos sin tener que hacer la maleta ni coger ningún barco.

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