Es como una tradición musical. Una melodía facilona, una letra pegadiza, una buena promoción y ya está. Sin embargo, este año ninguna canción tiene el honor de haberse convertido en la canción del verano. ¿Qué está pasando?
Concluye el mes de agosto y sigue sin aparecer. 2008 puede pasar a la historia como el año que no hubo canción del verano. Es cierto que ha habido temas más o menos pegadizos, más o menos radiados, más o menos tarareados, más o menos bailados. Tal es el caso de Kate Ryan y su Ella Elle La o el DJ Yves La Rock con su Rise up. Pero ninguno ha tenido la trascedencia de temas que todos recordamos como Eva María se fue o Black is black, allá por los 60. O en los 70 Cuando calienta el sol y todos los hits de ABBA y Raffaella Carrá (Fiesta, Rumore, Hay que venir al sur). Ya en los 80, el baile de los Pajaritos de María Jesús y su acordeón o el Aquí no hay playa de The Refrescos llegaron a extenuarnos. Y en la última década del siglo XX, todos bailamos y cantamos los sones del All my loving de Los Manolos, el Tractor amarillo de Zapato veloz o el Tiburón de Proyecto Uno.
Pero este año, ni tiburón, ni venao, ni Sopa de caracol. ¡Eh! Tampoco ha habido chiringuito, ni Bimbó, ni Macumba, ni Bar-ba-co-a. Georgie Dann debe haberse quedado en el Polo Norte, a donde fue en el anuncio de coches que protagonizó. No se sabe nada de él ni de otros expertos en canciones del verano como King África o Los del Río, que están preparando una revisión de su universal Macarena coincidiendo con el 15o aniversario del lanzamiento del tema.
Promoción
El éxito de las canciones del verano siempre ha venido apoyado de una promoción, en ocasiones, espontánea. Una campaña publicitaria que, de repente, cala en la sociedad (quién no recuerda el No me llames iluso de La cabra mecánica de la ONCE). El éxito de algunos programas de televisión también ha ayudado mucho en años anteriores pero este año ni Gran Hermano (que se estrena en otoño) ni Operación Triunfo (que acabó en junio y sus concursantes aún no tienen disco) han suministrado temas que, como en años anteriores, hayan tarareado padres, hijos, abuelos, en la calle, en la piscina, en el trabajo, en el bar.
Es precisamente esa dimensión social la que convierte una canción de relativo éxito en una canción del verano. Y esto es precisamente lo que no ha ocurrido este 2008, que pasará a la historia como el verano en el que toda una sociedad, acostumbrada a criticar una canción que canta todo el mundo, se quedó sin banda sonora para los meses estivales.