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Malos tiempos para los internautas

Los internautas están de luto. El mar está muy crispado, revuelto, aunque navegar en él, más que peligroso, resulta incómodo y frustrante. La red ha perdido para muchos parte de su atractivo...

el 28 ene 2012 / 16:15 h.

Los internautas están de luto. El mar está muy crispado, revuelto, aunque navegar en él, más que peligroso, resulta incómodo y frustrante. La red ha perdido para muchos parte de su atractivo, hay algunos usuarios que amenazan con dejar de pagar la tarifa plana, animan a convocar huelgas y propagan su enfado por los foros. Desde que el FBI decidió pegarle el cerrojazo a Megaupload –un sitio web de servicio de alojamiento de archivos– el desencanto está instalado en internet.
 
Descargar grandes volúmenes de datos con gran comodidad era la base de Megaupload. Estos eran utilizados para difundir todo tipo de contenidos, desde audiovisuales hasta software. Los usuarios, que podían usar el buscador de la página, en general alojaban sus contenidos en foros especializados con mayores prestaciones: sinopsis, imágenes, etc. lo que favoreció organizar y hacer coherente la información de Megaupload. Estos buscadores específicos permitían encontrar los enlaces y facilitar un mejor acceso al usuario. Entre las prestaciones que ofrecía la empresa estaba MegaVideo, un sitio de vídeo similar a YouTube, para alojar archivos de películas y series. La inhabilitación que desde el pasado 19 de enero impuso el FBI, motivada por las acusaciones de infracción de derecho de autor, ha provocado el arresto de siete personas en los Estados Unidos y cuatro directivos en Nueva Zelanda. La respuesta de los internautas era de esperar. Millones de usuarios de todo el mundo protestaron a través de la página en Facebook del FBI colocando mensajes como: “Megaupload is Free (Megaupload es libre)” y el colectivo hacktivista Anonymous generó la caída de varios sitios, entre ellos el del Departamento de Justicia de los EEUU, el de Universal Music Group y el del FBI. Hasta ahí la noticia. ¿Qué ocurre ahora y en qué afecta sobre todo a los amantes de la televisión? Si bien es cierto que cada cadena cuenta con su página web, la existencia de estos buscadores específicos y de Megaupload permitía descargar y ver online no sólo música o películas gratis, sino que también eran una puerta abierta a todas las series y programas televisivos de ahora y de épocas anteriores.
 
El sistema de intercambio de archivos desplegaba todo un mundo televisivo desde la red. Grabar una serie que no nos diese tiempo a ver ya no era necesario. Llegabas a casa, conectabas el ordenador, entrabas en una de esas páginas en englobaban toda la información televisiva, buscabas en la pestaña de series, te ibas alfabéticamente a la que querías, pinchabas el capítulo y ¡voilà!, salía el icono de play para poder disfrutarla online o bien descargarla para verla en otro momento. Eso sí, si no se pagaba una cantidad a los 72 minutos te cortaban el acceso, pero a los 30 minutos de nuevo se disponía de otros 72, y así sucesivamente. Temporadas completas se podían ver una tras otra, la inmensa mayoría de muy buena calidad, si bien algunas llamaban la atención porque eran malas copias en las que o fallaba el sonido o la imagen era pésima. Este fenómeno, y centrándonos sólo en la televisión, fomentó en gran parte un mayor aumento de espectadores pero no una mayor audiencia. Los responsables de las cadenas de televisión del mundo penaban buscando soluciones. Si bien es cierto que sus productos se veían más, ni ellos ni las productoras salían beneficiados. Clamaban por los derechos de autor. Colgar las series en las páginas web de las emisoras no era suficiente para los internautas, pese a que en ellas no hay limitación temporal y la calidad es óptima. “La realidad tiene dos caras: desde el punto de vista de la gente han perdido comodidad, pero cuando te bajas algo de manera ilegal estás perjudicando a la serie y a la cadena. Verlo al día siguiente en la web de la cadena no daña, pero intercambiar archivos sí”, explica Emilio Díez, creador y coordinador de guiones para Boomerang TV.
 
“Series como Lost con millones de seguidores –según comenta Emilio– han perdido muchísimo por culpa de internet. La gente se quedaba tan en vilo de un episodio a otro que no tenían paciencia y las veían en la Red antes de emitirse en los canales. Consecuencias: cifras de audiencias muy bajas y no renovación de temporadas. Luego es perjudicial para todos”.No obstante, dado como se han sucedido los hechos, los usuarios siguen denunciando su derecho a la libertad. Albergan la esperanza de que algún mago informático encuentre la fórmula que les devuelva lo perdido o que el FBI recule. Pero mientras llega la solución milagro que contente a todos, bien es cierto que las cadenas televisivas deberían ponerse las pilas y adaptarse a los nuevos tiempos. A día de hoy, y analizando sólo las webs españolas, es posible acceder en diferido a series y programas de producción propia con todas sus temporadas en la página de TVE, tal vez la que mejor funciona. Antena 3, que ofrece un Modo Salón de bastante calidad, debería poner a disposición del internauta más capítulos de producción extranjera y no sólo el que se ha emitido esa semana. Cuatro es un enigma en la descarga. No ofrece nada, algún programa suelto que con suerte dura una semana, y otros que, gracias a la fusión con Telecinco y la entrada en juego del portal MiTele, pueden difundirse mejor. La cadena amiga, que quizás en esta carrera es la que va más avanzada gracias a MiTele, tiene en su contra los anuncios que interrumpen las emisiones, el que muchas series están incompletas y el que los frecuentes problemas técnicos provocan bloqueos o ralentizan la carga para que se puedan ver online con fluidez. LaSexta, por su parte, está arriada de la carrera, mientras que Canal+ con Yomvi intenta dar servicio a sus clientes pero aún paga la novatada.Dicho esto, el cierre de Megaupload y los servicios que facilitaban han supuesto un paso atrás para los navegantes. Después de saborear la miel en los labios, vuelven al paleolítico porque las cadenas televisivas, las productoras y aquellos que reclaman los derechos de autor no tienen aún alternativas que, con gusto, muchos estarían dispuestos a adoptar en contra del pirateo. Si bien no puede consentirse atentar contra los derechos de autor y es correcto que se frene el uso delictivo de las nuevas tecnologías, el clamor popular es alto y claro. Quieren que se les devuelva aquello que ya formaba parte de sus vidas. A los responsables de los medios televisivos les toca mover ficha.

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