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Malvivir por culpa del mal sueño

Muchos sevillanos sufren de apnea del sueño sin saberlo por no hacerse la pueba.

el 02 may 2013 / 09:07 h.

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apnea El doctor Hernández Utrera hace una demostración con Manuel Rodríguez en el hospital. / Estefanía González (ATESE) Manuel Rodríguez vivía en un continuo duermevela. Se acostaba y, aunque sus ojos se cerraban, era incapaz de entrar en un sueño profundo. De noche no descansaba y de día era un zombie, desde que tomaba camino desde Écija hasta Sevilla, cuando trabajaba o cuando llegaba a casa. “Me quedaba dormido en todos sitios”, afirmaba el joven, que era una víctima más de la apnea del sueño. Él y su familia: su mujer era la que sufría sus ronquidos y sus molestías noche sí y noche también. Ese sufrimiento ha quedado en un mal sueño, ya que se decidió a ponerse en manos de un médico. Fue atendido hace poco menos de un año con un diagnóstico tan sencillo como realizarle un estudio del sueño, colocándole un aparato transportable durante la noche que detecta el movimiento del abdomen, la saturación de oxígeno o el flujo nasal para determinar si padece el síndrome de la apnea del sueño.Todo queda grabado para su posterior análisis. Y, en el caso de Manuel, el diagnóstico dio en el clavo:sufría con la apnea del sueño. Este aparato, que se coloca durante una noche para ver la evolución mientras el paciente duerme, es la vía más eficaz de detectar una patología que, según el doctor Hernández Utrera, neumólogo del Hospital Victoria Eugenia de Sevilla, acarrea consecuencias graves más allá de la somnolencia, como mayor frecuencia de hipertensión arterial, aumento del riesgo de accidentes de tráfico y trastornos de conducta. La salida es realizar el estudio, aunque nadie va a la consulta sin síntomas previos. De hecho, sólo está diagnosticado y tratado un 9% de los casos.Tanto, que los últimos estudios estimaban que 75.000 sevillanos padecían esta patología. El doctor enumera estos primeros avisos que da el cuerpo: cefalea matutina, sueño no reparador e incluso problemas sexuales figuran entre síntomas posibles. Una vez realizada la prueba, el resultado no tarda. Unos días –en el caso de Manuel fueron diez– y ya tenía un tratamiento, donde se le administraba la medicación a través de una mascarilla que para nada le resulta incómoda.“Ahora duermo de un tirón, me acuesto a mi hora y me levanto a las 7.45”, afirma. Y la mascarilla no es tan molesta como parece. “Hay alguno que no se adapta, pero no es la mayoría”, se sincera el doctor del hospital sevillano.

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