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Manita a la esperanza, manotazo a la dignidad, bofetada a Calderón

LA CONTRACRÓNICA. Otra derrota, otra goleada, otro ridículo. El Betis regresa a su triste rutina, Calderón no mantiene lo que tan bien le funcionó y los futbolistas... qué decir de los futbolistas...

el 08 feb 2014 / 20:17 h.

Cedrick y Verdú, que hicieron un pésimo partido, van tras Parejo / EFE Cedrick y Verdú, que hicieron un pésimo partido, van tras Parejo / Manuel Bruque (EFE) Echar mano del optimismo después de encajar una manita que en realidad es un manotazo a sus pocas esperanzas de salvarse, valga la redundancia manual, no tiene fundamento alguno y tampoco es la mejor manera de hallar remedio para los males que azotan al Betis desde que empezó la temporada. Perdón, desde que comenzó la pretemporada, porque pretender que todo lo malo coincidió con la competición sería de ilusos y/o malos gestores. El optimismo es una actitud ante la vida y este Betis necesita algo más que actitud, aunque eso quizá sea lo primero, visto lo visto. Calidad futbolística aparte, valores como la dignidad o el honor han sido sistemáticamente manchados por los ¿profesionales? del balón que ¿defienden? el escudo de las trece barras con tanta asiduidad que roza la indecencia. Pero como la figura del futbolista se asocia a la impunidad, porque ellos lo valen y ya está, pues nada: a cambiar de entrenador cuantas veces sean necesarias, a destituir al director deportivo si hace falta y a reclamar el apoyo de la afición un domingo sí y otro también. De fichar defensas, más que nada para resolver ese pequeño detalle de ser el conjunto más goleado de la Liga, nada. Y de reprender a los peloteros por si no se han enterado de qué institución les paga y qué colores representan, tampoco. La única opción en circunstancias catastróficas (e irreversibles salvo milagro que no se espera, para qué engañarnos) es ser drásticos. Si algo va bien, ¿para qué cambiarlo?, se dice. Pues si algo va mal, rematadamente mal, ridículamente mal, ¿para qué mantenerlo? Seguro que los béticos incluyen a Jordi, Dídac o Verdú en la lista de los muchos futbolistas que deberían darse por aludidos, pero la cuestión va más allá de tres nombres. Esa teoría es tan válida para los hombres como para los sistemas. Si el Betis fue un equipo seguro y fiable con cinco defensas ante el Espanyol, y además ganó, ¿por qué cambiarlo? Y más si el encuentro es lejos del Villamarín, donde los verdiblancos van de derrota en derrota y de goleada en goleada. Gaby Calderón se equivocó y el Valencia se lo hizo pagar dándole una buena bofetada. Lo más grave, en todo caso, sería que el técnico fuese el único de todo el vestuario al que le haya dolido...  

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