El ex presidente del Congreso de los Diputados ya está más centrado en sus tareas académicas que en su pasado político. Por ello, confesó que afronta el futuro orgulloso de gozar de un "cierto reconocimiento general" como "un político decente, que lo intentó y no se dejó hacer por nadie". Pero aclara una cuestión: "En España no es que se retire de la política, te retiran".
De momento da clases de apoyo en la Universidad a la espera de que llegue el nuevo curso académico y colabore con fundaciones como el Club de Madrid, que agrupa a ex jefes de gobierno del mundo contra el cambio climático.
Marín no echa de menos la política pero rechazó haberla dejado con amargura. Al contrario, se fue orgulloso del "pequeño patrimonio personal": un "cierto reconocimiento general de que este tío fue un político decente que lo intentó, no se dejó hacer y mantuvo su posición institucional".
Crispación. Esa postura fue su "refugio" en la legislatura que nunca habría elegido para presidir el Congreso, pues fue "la peor, muy complicada, muy difícil, con niveles de entendimiento nulos durante meses y meses". "Me decían: Manolo, éste no es tu tiempo", explicó, a la vez que lamentó que la política española se apoya tanto "en el aspaviento mediático" y haya generalizado un concepto que a él no le gusta: "la escenificación".
