Cultura

Manzanares alarga su buen momento y corta tres orejas

El Fandi y Perera apenas rascaron en la séptima de la Feria de Begoña de Gijón.

el 15 ago 2010 / 20:01 h.

El alicantino José María Manzanares cuajó ayer tarde una notable tarde en Gijón, manteniendo la línea de los últimos meses y realizando una inspiradísima faena al quinto, el mejor toro de la endeble y noble corrida de Sánchez Arjona, premiado a la postre con la vuelta al ruedo en el arrastre, según informa Burladero.com.


Manzanares, que paseó tres orejas, abrió boca con un primero de Sánchez-Arjona, un toro que tenía calidad aunque le faltaba raza y con el que el diestro de Alicante estuvo muy colocado siempre. Muy templado, variadísimo por los dos pitones. El diestro mató de una gran estocada pero la falta de empuje y transmisión del toro dejó el premio en una oreja.
En el quinto llegó el delirio. Manzanares se encontró con un gran toro de Sánchez-Arjona, el mejor de la tarde, un animal con transmisión y más motor que sus hermanos. El alicantino lo cuidó el principio para después exigirle en una lidia que comenzó con delantales en el recibo. Con la muleta se soltó.


Fue una faena de inspiración en la que se dejó llevar. Los mejores momentos llegaron al natural, en tandas redondas y cargadas de empaque. El estoconazo que le propinó al astado rubricó la obra.


El Fandi formó su lío habitual en banderillas y luego, muleta en mano, trató de alargarle el viaje al primer toro sin terminar de acoplarse a la embestida del mejor ejemplar de la primera parte del festejo.


Muy voluntarioso, queriendo siempre, pero sin lograr el entendimiento. La estocada además, hizo guardia.


En cuarto lugar tuvo que bregar con un toro que estaba justo de todo, al límite de fuerzas y falto de empuje. Y él quiso mucho, pero sin embargo faltó chispa a la labor con un oponente tan apagado. Gijón es una plaza donde tiene predicamento y le premió con una oreja.


Volvía a Gijón un día después de su triunfo el extremeño Miguel Ángel Perera. Y como es costumbre, salió igual que en su primera tarde en la feria, es decir, con muchas ganas.
El toro, que se apagó pronto, condicionó la decisión y actitud del torero, que terminó como suele, entre los pitones y cosiendo circulares.


El sexto toro y último de la tarde completó el lote de menos opciones. Se trató de un astado inválido y sin poder ninguno al que Miguel Ángel Perera apenas llegó a intimidar dejándose rozar la taleguilla con los pitones del mortecino animal. Mató de una estocada y fue ovacionado.

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