A Gregorio Manzano no se le ve participando en los partidillos de entrenamiento, ni encima de cada ejercicio que realizan sus jugadores durante las sesiones de trabajo en la ciudad deportiva. Gregorio Manzano permanece, sereno, un tanto apartado de la acción y observando pacientemente el trabajo de sus futbolistas. El martes pasado incluso departió con José María del Nido en una banda mientras su plantel seguía ejercitándose.
Porque Gregorio Manzano es otro tipo de entrenador. Al principio de esta semana el propio José María del Nido le atribuía características similares a las de Juande Ramos, como el manejo de la plantilla, los cambios inesperados en el once o las rotaciones de todos los futbolistas, incluido los más importantes y los pesos pesados del plantel. Ciertamente, en los entrenamientos quizás también recuerda al estilo impuesto por el técnico manchego. Lo que queda claro es que no es parecido ni a Antonio Álvarez ni a Manolo Jiménez.
A estos dos últimos, también los dos últimos técnicos del Sevilla, les gustaba estar encima del trabajo de la plantilla. Quizás por su reciente pasado como futbolistas participaban y se implicaban en el trabajo de sus jugadores, en primera persona desarrollaban sus ideas junto a sus pupilos. Era algo que también trascendía más allá de los terrenos de juego. Los jugadores del plantel sevillista han destacado la cercanía de ambos técnicos, el trato casi de igual a igual que mantenían con ellos fuera del campo.Pero Manzano no disputa los partidillos –también porque su edad, 54 años, y su constitución tampoco se lo permitirían– pero no es protagonista tan directo en las sesiones. Por supuesto que las dirige y las elabora, pero las lleva a cabo su segundo, Gonzalo Hurtado, así como su preparador físico, Toni Servera. Curiosamente algo parecido a lo que hacía Juande con precisamente Antonio Álvarez, su segundo, y su físico, Marcos Álvarez.
En ese aspecto el jiennense se acerca más al modelo de entrenador del fútbol inglés, el de Alex Ferguson o el de Benítez en el Liverpool. Un manager encargado del equipo, artífice de la motivación del grupo, pero un escalón por encima del mismo.
Es ahí donde entra la segunda parte del estilo de Manzano. Se ha dirigido a la plantilla en varias ocasiones y les ha transmitido que cuenta con todos, todos les valen y parten con las mismas posibilidades. Más que un trato individualizado, que también lo ha tenido en algunos casos, ha ponderado una escenificación colectiva del plantel. Quizás el mejor ejemplo sea el de Romaric, al que ha igualado, por ahora, al resto de sus compañeros en confianza. Los resultados serán los que sean, pero en ese aspecto también recuerda más al actual técnico del Dnipro ucraniano que a Jiménez o a Álvarez.