Tras la empalagosa interpretación que Iván Martín hizo del Concierto nº2 para piano de Chopin el fin de semana pasado, se agradece volver a la robustez, la ortodoxia y la académica austeridad de Ludmil Angelov en este titánico ciclo en torno a las obras para piano solo publicadas en vida del compositor polaco.
Corregidos los tempi, bien marcados y ajustados, Angelov volvió a hacer gala de un esfuerzo extraordinario, abordando sin solución de continuidad una amplísima selección musical; otras dos horas de música ininterrumpida, centrada en esta ocasión en piezas escritas durante la primera época parisina del autor, que ilustran la vida cortesana y relajada que llevó en ese período, si bien en manos del pianista búlgaro volvimos a enfrentarnos a una exhibición de fuerza extrema, exceso decibélico y distorsión fónica.
No dudamos a estas alturas de la agilidad digital y combinación de entusiasmo y temperamento de Angelov, pero echamos en falta más delicadeza e intimismo en las páginas que lo demandan, como los nocturnos. Tampoco conseguimos atisbar el nivel de elegancia y lirismo que corresponden a estas composiciones menos divulgadas del repertorio chopiniano, aunque paradójicamente célebres en su momento. No obstante en los Estudios Op. 25 logró sonar sugerente, oscilante, galopante, trágico, alegre o envolvente según procedía. Valoramos muy positivamente el virtuosismo y el enorme esfuerzo que está realizando el intérprete en este maratón musical, no obstante los reparos indicados respecto a su emotividad, e invitamos a seguir sumergiéndonos en su música el próximo 19 de febrero.
